3’5 Butacas de 5
Es inevitable introducirse en política. La vida está impregnada de ella. Incluso los que reconocen mantenerse al margen la hacen. El simple hecho de no querer hablar de la política es un acto político. El cine, desde su nacimiento, se ha llevado bien con la política. Todas, o casi todas, las películas tienen cierto trasfondo político. Pues bien, hay algunas que deciden serlo y posicionarse de forma abierta. El problema es que hablar de política mancha. Da igual cuantas capas protectoras uno intente ponerse que, siempre que se trate con ciertos temas, el líquido viscoso acabará pegándosele. Ali Abbasi, director iraní, es una persona que siempre abona sus películas con jugo político. Aquíno se corta y va un paso más allá. Se atreve a retratar el nacimiento de uno de los peces más gordos de la economía norteamericana. Una persona mundialmente conocida y no por su fabuloso tupé rubio.
Un joven Donald Trump, ansioso por hacerse un nombre dentro de una familia adinerada en el Nueva York de los años setenta, cae bajo el hechizo de Roy Cohn, el despiadado abogado que ayudaría a crear al Donald Trump que conocemos hoy. Cohn ve en Trump al protegido perfecto: alguien con una ambición desmedida, sed de éxito y dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar.
El aprendiz es una película que funciona en todos sus niveles. La cinta consigue sumergir al espectador en ese mundo empresarial estadounidense de los años setenta y ochenta. La textura visual es un acierto y el trabajo de arte es encomiable. Sosteniendo una trama sólida se encuentran dos sólidos intérpretes: Sebastian Stan y Jeremy Strong, que regresa a un papel semejante al de su glorioso paso por Succession. Stan es el vivo reflejo de un Trump joven. Su actuación es creíble y magnética, tal y como lo es la del Donal Trump real.
Pese a que la historia del ascenso del magnate es predecible, hay un cierto regusto en averiguar ciertas excentricidades. Las películas políticas o que pretenden reflejar la vida de una personalidad controvertida juegan con un filo muy delicado que va desde una exaltación involuntaria de la mentalidad de tiburón mal interpretada, hasta la exposición de hechos atroces como naturales y graciosos. La película se desliza y juega con este peligroso filo convirtiendo escenas aterradoras en un paso más en la vida del protagonista.
El aprendiz es una muy buena película. Una de esas que, sin bien puede ser malinterpretada o pisoteada, puede que sirva para remover alguna conciencia. Dejando lo político a un lado, la cinta funciona como un perfecto drama de ascenso sin caída. Ali Abbasi sabe dónde colocar siempre la cámara y su puesta en escena es sobria pero efectiva.