4 Butacas de 5
Quiero volver a ser joven. La industria me lo exige. Mi vida no tiene sentido si no vuelvo a mis veintipocos. ¿Qué estoy dispuesta a sacrificar? Todo. Coralie Farget expone uno de los mayores problemas de la sociedad actual a través de una película cruda y sin censuras. La sustancia ataca de forma indiscriminada a unos estándares de belleza cada vez más volátiles y suicidas. Alguien va a volver a ser joven. No soy yo. Ni siquiera nos parecemos. No me convence. Una extraña me está robando lo poco que me queda. Quiero ser joven de nuevo, pero no puedo permitir que otra lo sea por mí.
‘Tú, pero mejor en todos los sentidos’. Esa es la promesa de un producto revolucionario basado en la división celular. Una vieja gloria de las cámaras y los focos ve como su carrera va a pique por culpa de unos estándares de belleza cada vez más exigentes. Reticente en un primer momento a probar la nueva sustancia, la protagonista se verá avocada a entregarse en cuerpo y alma a su belleza.
La sustancia es una película que explicita su mensaje en cada plano y en cada línea de diálogo. Coralie Farget no se esconde. Esto no se trata de un caso aislado. No es alguien loco dispuesto a hacer lo que sea por recuperar lo que biológicamente le fue arrebatado. La directora refleja un problema real, agravado por las redes sociales y del que el cine está dando buena cuenta. Los cánones de belleza son cada día más exigentes y se ceban con los cuerpos femeninos.
Con un guion irregular y demasiado reiterativo la historia se abre paso entre secuencias crudas y una cámara que nos coloca muy cerca de la barbarie. Durante la duración de la cinta, el espectador pasa por un torbellino de emociones fuertes. Una especie de montaña rusa que a muchos les provocará fatiga y mareos. Hay momentos brillantes, sin embargo, otros son refritos constantes de una historia que, desde el primer momento, nos imaginamos como puede terminar.
Sin duda, las protagonistas de esta historia, así como el departamento de arte y maquillaje, se llevan la palma. Demi Moore y Margaret Qualley entregan su cuerpo de forma literal, para que Coralie Farget haga lo que quiera. Ambas intérpretes están soberbias y aportan una dimensión más perturbadora a la cinta.
Es en el tramo final donde la directora peca de querer ser demasiado creativa, brindando un espectáculo gore gratuito que no responde a ningún límite narrativo. La sustancia es, sin lugar a duda, la película que más va a dar que hablar. Una apuesta arriesgada y provocativa que no dejará a nadie indiferente. Siempre pedimos algo diferentes, pues aquí lo tenemos.