4 Butacas sobre 5
Frozen es el fenómeno del cine de animación más grande de los últimos 20 años, y eso es algo que no se puede dudar. La historia de las hermanas Elsa y Anna recorrió el mundo como si se tratase de un huracán para encandilar a jóvenes y adultos, niños y niñas, de todo el globo. ¿Quién no ha escuchado el tan famoso y utilizado ‘Let it Go’ en más de una ocasión? Todos hemos tenido esa canción en la cabeza durante años (aunque muchos fuesen por la versión de Leticia Sabater). Cuando se anunció que Disney estaba preparando la secuela de su fenómeno más incontestable, parecía que no iban a poder superarse. Señores, tengo que decir que lo han conseguido: Frozen 2 es una maravilla.
¿De qué puede tratar la secuela de Frozen? Pues muy sencillo. Tras el feliz e impactante final de la primera parte, Frozen 2 nos sitúa unos pocos años después. Elsa, Anna, Kristoff, Sven y Olaf viven en Arendelle sin ningún tipo de preocupación y felices y contentos, casi como en un cuento. Sin embargo, unas fuerzas sobrenaturales y una misteriosa voz pondrán en peligro al reino que con tanto esfuerzo han levantado las hermanas. Es por eso que esta singular pandilla tendrá que entrar en un bosque encantado con el objetivo de no solo salvar Arendelle, sino también de saber más sobre el pasado de Elsa y Anna y acerca de los poderes de la primera.
El hecho de que hayan pasado unos años desde la primera cinta (tanto en la realidad como en la ficción) ha conseguido que esta Frozen 2 sea una película completamente distinta a lo que fue la primera y que sea muchísimo más adulta. Los personajes están mucho más asentados en sus roles, tienen más conciencia y más razonamiento (Olaf es un gran ejemplo de esto), y son más complejos. A la vez, esto se nota incluso en el apartado técnico, con una banda sonora muchísimo más desarrollada y un ambiente mucho más impredecible y oscuro. Pero bueno, en lo más técnico entraremos más adelante.
Una de las cosas que más llamaban la atención de Frozen era aquella reflexión sobre el amor fraternal y el amor romántico que dejó a todos los espectadores con el corazón robado. Aquí no hay una reflexión que cale tan hondo en el público. Obviamente, hay una moraleja muy importante sobre el encontrarte a ti mismo y saber quién eres y dónde encajas en el mundo, pero no se siente tan rompedora como si se sentía la de la primera cinta.
Esto tiene una razón: Frozen 2 se centra, por encima de todo, en la aventura. Sin dejar de lado su característica más reflexiva y enriquecedora para el público, la película de Chris Buck y Jennifer Lee es la mayor aventura que verás en la gran pantalla este año (con el permiso de Vengadores: Endgame). La cinta es aún más épica que su antecesora, con una aventura muy fantástica que entretendrá y enganchará a todo el público con muchos momentazos de verdadero humor. Porque eso sí, una de las partes fundamentales es el humor. La película cuenta con un humor mucho más adulto e interesante que la anterior y con la que soltarás carcajadas en más de una ocasión.
¿Cuál es el principal problema con el que cuenta la película? Su guion. A pesar de partir de una premisa muy prometedora e interesante y de contar con un final que emocionará a todos, el camino que traza para llegar hasta ese punto está lleno de baches y agujeros que no casan con la película. El texto, escrito por Jennifer Lee, está cargada de fantasía, simbolismo y entretenimiento, pero no se centra en una trama que tiene carencias muy importantes, sobre todo en lo que respecta a su historia y el camino a su resolución. En varios momentos, el guion está cogido con pinzas y resulta predecible, con una resolución muy débil que es imposible que el espectador no la note.
Por otro lado, Frozen 2 es una historia muchísimo más tradicional que la primera. Si Frozen era un film que rompía con los tópicos del cine de Disney, de esos príncipes buenos y que huía del amor romántico para centrarse en el amor más familiar, esta secuela sigue un camino mucho más conservador que, ojo, funciona como un tiro. No esperes que sea todo lo rompedora que fue la primera porque, sorpresa, no lo es, pero aún así nada de esto hace sombra a una cinta impresionantemente bella y emotiva con la que todos conectarán.
Entonces, ¿cuál es el gran acierto de Frozen 2? Para mí, sigue siendo su banda sonora. Si ya en la primera encontrábamos temazos de la talla de ‘Hazme un muñeco de nieve’ y ‘Por primera vez en años’, esta segunda parte no iba a ser menos. Es verdad que esta no tiene un himno tan rompedor y que cruzará fronteras como hizo ‘Suéltalo’, pero sí cuenta con una banda sonora que, en general, se siente más trabajada, adulta y completa que la de su antecesora. Todos los personajes cuentan con un solo (incluso Elsa tiene DOS, como la reina que es) y bueno, menudas canciones. No se te quitarán de la cabeza en días, eso tenedlo por seguro (y ojito al tema de Kristoff, ‘Lost in the Wood’, que para mí es la gran revelación de la película).
Es algo que ya estamos acostumbrados a decir de las últimas películas de la compañía del ratón, pero la animación de Frozen 2 es una verdadera pasada. Cada uno de los personajes y paisajes se sienten tan reales que da hasta impresión. Se nota bastante que la tecnología ha avanzado durante los últimos 6 años, porque la animación de esta cinta deja a la de Frozen en pañales (y ya esa era buenísima, así que fijaos).
Si alguien estaba preocupado por el papel que iban a jugar los personajes que todos conocemos en esta película, tranquilidad, no hay de qué preocuparse. La pandilla protagonista de Frozen 2 sigue tan peculiar y divertida como siempre. Se nota que el tiempo ha pasado para todos (tanto en el sentido físico como en el emocional), lo cual es digno de resaltar. Los personajes siguen tan bien construidos y tienen su respectivo camino hacia el final de esta aventura, una aventura que terminará por cambiarlos para siempre. Hay que destacar especialmente a Olaf: si algunos espectadores (como yo) les parecía un personaje tremendamente irritante y prescindible en la primera parte, en esta segunda han sabido subsanar sus errores dotándole de un humor mucho más divertido menos infantil y haciéndolo un personaje muchísimo más interesante, gracias a una dimensión mucho más adulta (como sucede en la película en general).
En conclusión, Frozen 2 es una secuela tan buena (o en algunos aspectos, incluso más) que la original. Si es verdad que cuenta con un guion tremendamente débil y lleno de agujeros que hacen que la narración se vea entorpecida, pero el resto de la película consigue esconder estos detalles que para nada resultan menores. Los personajes, la banda sonora, la preciosa animación que hace Disney y una historia más mágica y épica que la primera hacen que la secuela del fenómeno de la década sea toda una aventura para todas las edades (y con moraleja incluida). ¿Qué más podemos decir? Frozen 2 es una maravilla que, eso sí, no llegará a ser el fenómeno que fue su antecesora.