Y el verbo se hizo ‘Querer’

Y el verbo se hizo ‘Querer’

5 Butacas de 5

La acción es una palabra que se encuentra en el diccionario abrazando una extensa lista de definiciones que se entrelazan al final en un significado común: el ejercicio de la posibilidad de hacer.

La ejecución conlleva siempre un deber, algo a lo que agarrarse para llevar a cabo una serie de decisiones que permitan avanzar o retroceder en lo que se pretende hacer. Ya sea mentir, amar, sentir, denunciar… cualquier acción es válida incluyendo la reflexión, un deber que termina siendo una necesidad común de la sociedad y que ha de hacerse para poder convertirnos en seres humanos éticos y empáticos con los demás.

Alauda Ruiz de Azúa regresa por la puerta grande con ‘Querer’. Digo bien porque el nuevo proyecto de la cineasta es una oda a la reflexión social a través del doloroso retrato del maltrato, el abuso y la fragmentación de la familia ante la destrucción del amor. Un drama judicial que tristemente se reproduce en multitud de hogares que son denunciados y otros en cambio que siguen conviviendo en secreto.

Tras realizar un canto a la maternidad y a la responsabilidad de los hijos hacia los padres en ‘Cinco Lobitos’, la realizadora pone sobre la mesa un tema que desgraciadamente no deja ser de actualidad. La historia las continuas violaciones durante más de 30 años que ha sufrido una mujer a través de su marido provocando una denuncia ante la justicia que hace explotar por los aires la unión aparentemente normal entre los miembros del hogar.

Aunque ‘Querer’ sea una miniserie, estamos ante un proyecto cinematográfico que se convierte en una puñalada a la conciencia. Un dolor tan extenso que irradia a través de cualquier hecho pasado, presente y futuro. Situaciones que vivimos y que a buen seguro hemos sentido a nuestro alrededor como el simple hecho de dar un golpe a un armario, romper un vaso de cristal o levantar la voz a la persona que más amamos. Todo eso forma parte del maltrato y el abuso de poder sobre los demás.

Estructurada en cuatro episodios, Nagore Aranburu encarna a Miren, mujer que denuncia a su marido tras haber sido violada de forma continuada después de 30 años de matrimonio. La acusación y el posterior juicio resquebraja por completo la normalidad en la que supuestamente vivía la familia. Relaciones entre hermanos y compañeros de trabajo, lazos de amistad que son manipulados y la fragmentación de la salud mental mediante la anulación de la voluntad. Son aspectos que tristemente se repiten una y otra vez en situaciones de tal calibre.

Nagore Aranburu está excelente en el rol de una mujer rota por dentro pero que saca fuerzas suficientes para plantar cara al odio, a la oscuridad mimetizada en la normalidad con un Pedro Casablanc que hace uno de los papeles más terroríficos de su trayectoria y a la vez de los más potentes.

No estamos ante una serie convencional, es una llamada constante a la reflexión del espectador, a plantearnos en cada situación ¿qué sucede en el hogar de al lado? ¿dónde está límite del aguante? ¿hasta qué punto puede sostenerse una familia en la que el amor ha sido ocultado a costa del abuso?

‘Querer’ es una interpelación constante en la que no solamente asistimos a la desfragmentación familiar, a la mentira, al dolor, la violencia y la tristeza, es un juego de espejos constante en el que ese veneno machista y violento se adhiere a la piel de los hijos. Miguel Bernardeau e Iván Pellicer son el rostro de los hijos que se encuentran en el centro, víctimas de un caso en el que las situaciones de odio, las heridas sangrantes del alma se repiten entre quienes tratan de entender lo que ha ido ocurriendo en un hogar en el que nada de lo que parecía normal lo era. Porque esa es una de las lacras a las que interpela ‘Querer’, a la concepción de la normalidad que nuestra consciencia cree ver cuando no lo es.

Alauda Ruiz de Azúa ejecuta una serie emocional de inicio a fin, una serie necesaria con la que la realizadora vuelve a demostrar que es uno de los mayores talentos que hay actualmente en la industria nacional. Un viaje a los infiernos de la normalidad en la que la reflexión de la sociedad ha de ser un deber moral de todos.