'En Fanfare (Por todo lo alto)': del amor entre hermanos

'En Fanfare (Por todo lo alto)': del amor entre hermanos

3’5 Butacas de 5

Próximamente se estrena en cines Por todo lo alto (2024) tras su paso por el Festival de San Sebastián, la nueva película de Emmanuel Courcol (El triunfo) que combina drama y comedia en una curiosa historia familiar rodeada del mundo de la música, para hablar sobre hermandad y amor.

Thibaut (Benjamin Lavherne) es un reputado director de orquesta que viaja por todo el mundo. Un día descubre que tiene leucemia y para sobrevivir necesita la transfusión de sangre de algún familiar, pero se entera de que es adoptado y consigue localizar a Jimmy (Pierre Lotin), un hermano del que nunca supo nada que trabaja en un comedor escolar y toca el trombón en una humilde banda de música. Desde entonces comienza una singular relación entre ellos.

Cuando el drama y la comedia convergen el resultado puede ser desastroso, pero en ocasiones surgen cintas tan interesantes como la de Courcol; con una sensibilidad especial, gracias en parte a los actores, y un notable cariño por sus personajes: dos hermanos que se descubren ya avanzada la edad adulta, para establecer una relación que nunca tuvieron.

En cierta forma Por todo lo alto plantea una deificación de la hermandad, pues transcurridos los años y sin haber compartido apenas tiempo juntos ni reconocerse como familia, Thibaut y Jimmy conectan de una manera especial y su vínculo de sangre aflora. Como si, en efecto, la hermandad fuese una institución por encima de la propia deriva existencial y siempre hubiese pie al reencuentro y/o (re)conexión.

Al margen de estas divagaciones más filosóficas, la película del francés se desarrolla con un ritmo muy bien medido, intercalando pausas dramáticas necesarias para construir la relación de sus protagonistas con momentos más desenfadados, alegres y cómicos que alivian la tensión emocional para dinamizar el relato.

Uno de los factores que une a los hermanos es la pasión por la música. Ambos forman parte de este arte, aunque de forma distinta: mientras que Thibaut es un director de orquesta reconocido internacionalmente, Jimmy toca el trombón en una humilde banda de su pueblo —notable diferenciación que se presta a una reflexión sobre las clases sociales—, y esto sirve para construir una potente trama, inseparable a la evolución de su relación, sobre la constante lucha por la supervivencia del grupo más desfavorecido, en que el pueblo se une contra las autoridades locales para defender el arte y su pasión de forma bastante significativa en los tiempos que vivimos.

La conmovedora escena final concluye con eficiencia tanto la anómala relación entre hermanos como la pugna de la banda de Jimmy, fusionando las tramas en una resolutiva secuencia sin diálogos; solo miradas y música: ¿qué más hace falta en esta vida para entenderse?

Puede que Por todo lo alto no sea una película realmente memorable o innovadora dentro del maremágnum cinematográfico anual, pero al menos su visionado resulta amable, cálido y estimulante para los corazones más sentimentales.

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