'Zafari': la realidad se disfraza de distopía

'Zafari': la realidad se disfraza de distopía

3’5 Butacas de 5

Próximamente se estrena en España Zafari (2024) tras su paso por el Festival de San Sebastián. La directora venezolana Mariana Rondón dirige después del éxito de Pelo malo (2013) una película terrorífica por ser mucho más realista de lo que parece. Una lucha constante contra el entorno por lograr algo de comida para sobrevivir cuyo símil con Venezuela es obvio, aunque no explícito, y que sirve como inteligente denuncia ante el mundo por una situación nacional pésima e insostenible.

La llegada repentina de un hipopótamo al zoológico desata una serie de rivalidades entre las clases sociales enfrentadas del vecindario próximo. En un mundo distópico y cada vez más salvaje, el hipopótamo Zafari parece ser el único ser vivo con suficiente comida.

Los últimos años de Venezuela están siendo realmente cruentos para sus ciudadanos, desprovistos de recursos básicos y esperanza por un futuro mejor. Zafari recoge este sufrimiento construyendo una suerte de distopía que no dista demasiado de la realidad —en los créditos finales se produce una revelación clave en este aspecto—, centrando la acción en una familia y su lucha, cada vez más imposible, para encontrar alimento.

Rondón logra captar muy bien la sensación de aislamiento e inmovilidad que sufren sus personajes, vapuleados por una miseria sobre la que no tienen control, mediante la planificación en apenas una localización (el edificio de apartamentos y sus aledaños). Su objetivo constante es la huida —me recuerda al maravilloso microrrelato de Kafka La partida, en que un caballero se prepara para marchar de su hogar y su sirviente le pregunta a dónde se dirige, a lo que éste contesta: “fuera de aquí, esa es mi meta”—, ansían escapar del lugar para dejar atrás una situación inhumana, pero las trabas son constantes. Conforme la desesperación, fruto de la dificultad de subsistir, va en aumento, el tono de la película se torna oscuro, siniestro; momentos de auténtico cine de terror que surgen de una problemática humana, real: la más terrible de todas.

Hasta las personas más honradas y bondadosas sucumben a actos inmorales en circunstancias así por alimentar a su familia. El personaje de la madre responde a priori al estándar de buena persona, hasta que de pronto roba comida a un anciano cuando este no mira. Sin embargo, los juicios sobran cuando las necesidades básicas no están cubiertas y Zafari viene a describir la forma en que el humano recurre al instinto primario más animal —de ahí el símil con el zoológico y la cercanía de los animales—, cuando el civismo del bienestar social degenera en caos, precariedad y escasez.

El discurso político que proclama Mariana Rondón es latente y claro, aunque no explicite su destinatario. Zafari se disfraza de distopía para narrar una situación más real que fabulada, que su directora expone con la inteligencia y el respeto por sus personajes y causas de la que conoce de primera mano el tema que trata.

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