3’5 Butacas de 5
Hay películas que definen su tema desde la primera escena. Un Silencio de Joachim Lafosse opta por un enfoque más sutil, a veces casi imperceptible. No es casual que el título se refiera a “un” silencio específico. Desde el inicio, la película sugiere que lo más importante es lo que no se ve, de lo que no se habla. Lafosse, quien ha demostrado en otras ocasiones su habilidad para explorar las complejidades de las relaciones familiares, profundiza aquí en las consecuencias de lo no dicho: un silencio que mantiene al espectador inquieto, vigilante.
Emmanuelle Devos sobresale cargada, cómo no, de silencios. A lo largo de la peli, su rostro refleja unas emociones contenidas durante años. La actriz dice lo que no llega a decir, y su personaje se convierte en un testigo casi ausente del drama que la envuelve. Es el pilar emocional de la película. Lafosse deposita una gran carga sobre sus hombros, y Devos justifica la apuesta con creces. Su presencia en pantalla mantiene la atención incluso cuando, aparentemente, no está pasando nada.
La película navega en la ambigüedad. Es, en efecto, demasiado contenida. Pero esa misma contención se convierte en fortaleza gracias a una sencilla premisa: a menudo, lo que no se muestra es lo que más perturba. Un Silencio, por suerte o por desgracia, oculta muchas más cosas de las que se atreve a decir. Hay varios momentos en los que pensé: “ah, sí, este es el silencio del que habla la película”. Spoiler: no lo era.
Lafosse fragmenta la historia mediante saltos temporales. La trama se despliega a través de flashbacks que van ensamblando las piezas del rompecabezas familiar. No será hasta los últimos minutos que podremos empezar a comprender. Este ritmo impávido puede llegar a desesperar. No es una peli apta para la sobremesa (o sí, dependiendo de para qué la quieras). Pero la intención del director es clara, y el ritmo –lento– demuestra cómo los secretos se filtran en el tronco de una familia hasta que su peso se vuelve insoportable.
Un Silencio es un ensayo sobre el impacto devastador del encubrimiento, sobre los traumas heredados y todo aquello que se sabe que pasó, pero de lo que no se habla. A pesar de la ambigüedad, su capacidad para incomodar persiste. ¿Es una obra perfecta? No, pero en un panorama donde los dramas familiares tienden a lo repetitivo, Joachim Lafosse demuestra que, a veces, lo más perturbador no es lo que se revela, sino lo que permanece bien, bien enterrado.