3’5 Butacas de 5
No te atrevas a decir su nombre tres veces seguidas. Bitelchús, Beetlejuice, Beetlegeuse, da igual como lo pronuncies, no lo hagas. A no ser que quieras pasar un rato de muerte. Corría el año 1988 cuando un joven Tim Burton estrenó Bitelchús, uno de sus grandes clásicos. Una película de fantasmas de lo más delirante. Con ideas alocadas y un cast, con Michael Keaton a la cabeza,entregado a la causa. Treinta y seis años después, el maestro de la caricatura revive a sus fantasmas preferidos para volver a divertirse.
Tras una inesperada tragedia familiar, tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River. La vida de Lydia, todavía atormentada por Bitelchús, da un vuelco cuando su rebelde hija adolescente, Astrid, descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el desván. La película se toma su tiempo para que los espectadores se rencuentren con los personajes tras unos años sin verse. Sus vidas han dado un vuelco y nada es como antes.
Bitelchús Bitelchús es una comedia gamberra que no se toma demasiado enserio. Su primera entrega asentó las bases de un universo donde el mundo de los vivos y el de los muertos está separado por una finísima línea. La nueva cinta no solo trae de vuelta esos personajes caricaturescos, escenarios de ensueño y enredos imposibles, sino que se divierte sin deberle nada a nadie. Puede que se sustente sobre un guion con demasiadas conveniencias, pero, a estas alturas del partido, ¿a quién le importa?
Todos los actores están entregados a la causa, desde las nuevas incorporaciones como Jena Ortega hasta Winona Ryder pasando por el legendario Michael Keaton. El actor norteamericano se vuelve a enfundar el traje de este diabólico personaje para ser el bis cómico de la película. Todo funciona como un perfecto engranaje en el que la hora y media se pasa volando. Lo bueno, que deja con ganas de volver a verla.
Bitelchús Bitelchús es el regreso de Tim Burton a su esencia. Una conjunción de secuencias oníricas que harán flotar la imaginación de todos los espectadores. Un divertimento sin altas pretensiones que funciona a la perfección.