2’5 Butacas de 5
El terror vive uno de sus mejores momentos en taquilla. Sin irnos muy lejos, este último mes se han estrenado títulos como: Longlegs (Osgood Perkins), Alien: Romulus (Fede Álvarez), La Trampa (M. Night Shyamalan) o Maxxxine (Ti West). El cine de terror patrio no se quiere quedar atrás y presenta Estación Rocafort, una película dirigida por Luis Prieto que cuenta con Natalia Azahara y Javier Gutiérrez como protagonistas.
Un misterio que durante años ha sacudido a la estación de Metro de Rocafort en Barcelona entra de lleno en la vida de Laura (Natalia Azahara) cuando empieza a trabajar en esta vieja y tranquila parada. No tardará en descubrir una leyenda que la empezará a perseguir: allí ha muerto mucha gente en extrañas circunstancias. Laura, decidida a descubrir la verdad, pedirá ayuda a Román (Javier Gutiérrez), un curtido expolicía que alberga sus propios demonios relacionados con el caso. Lo que sea que ocurre en la estación maldita sigue sucediendo a día de hoy.
Estación Rocafort es una mesa a la que le cuesta mantener el equilibrio. La película está lastrada por un guion al que le hace falta una gran reescritura. La historia está hueca por dentro y los personajes van dando bandazos y son guiados, de manera descarada, por la mano de un guionista perezoso. Hay decisiones cuestionables que sacan al espectador de la atmósfera que pretenden construir. Luis Prieto trata de salvar los muebles con una puesta en escena cargada de movimientos de cámara excéntricos que, en ocasiones, funcionan.
La cinta nos regala algún que otro momento escalofriante, con grandes ideas de puesta en escena, sin embargo, el conjunto desmerece todos esos destellos de terror. Los actores no están muy acertados y a Natalia Azahara el papel de protagonista le viene grande. Javier Gutiérrez se mantiene en la línea de un papel que lleva en la sangre y hace brillar la película con su presencia. No hay mucho más que rescatar de una película que podía haber explorado la leyenda urbana de Rocafort desde un prisma mucho más clarividente.
A pesar de todos los inconvenientes, Estación Rocafort es una película fácil de ver y con momentos lo suficientemente escalofriantes como para hacer pasar un mal rato.