3 Butacas de 5
“El 47“ es una historia basada en hechos reales que reivindica un hecho histórico tan (aparentemente) pequeño como universal. Un actor heroico y valiente que pone el foco en una problemática de la periferia de la capital catalana: la imposibilidad de los vecinos del distrito de Torre Baró para tener un medio de transporte que les permita desplazarse para algo tan importante como ir a trabajar o comprar alimentos.
Lo que propone Marcel Barrena mezcla el documento con lo dramático de la ficción, buscando tocar la fibra del espectador en la lucha del personaje de Eduard Fernández por poner voz a su denuncia. Quizás lo redundante de su trama central, enfocada exclusivamente en la burocracia y en la negativa de ésta para facilitar las cosas al ciudadano de a pie, hace que el metraje se resienta, sintiéndose como una buena película que se estira con escenas repetitivas, desechando algunos personajes interesantes de la primera mitad. Está dedicada casi en exclusiva a la relación paterno-filial y al desgaste del protagonista en su lucha contra el Goliat público que no quiere acceder a sus demandas.
Manolo Vital encabeza una protesta rebelde pero pacífica, ya que él es conductor de autobús en Barcelona y lucha con todas sus fuerzas para que pongan una línea de transporte desde su pueblo (relativamente cercano a la capital), porque si no, se verá obligado a dejar su casa para buscar una vida más cómoda. Manolo es un cabezón, y su misión lo lleva a secuestrar el 47 para llevar a todo el que quiera a Torre Baró, demostrando que es un viaje complicado pero posible, facilitando así la vida a muchas personas que tienen que caminar durante horas para poder coger un transporte para ir a trabajar o a la escuela.
Eduard Fernández es un intérprete estratosférico que siempre consigue transmitir con cada uno de sus trabajos, jugando con la sencillez. Es, objetivamente, uno de los mejores actores de la historia de España. En esta ocasión interpreta a un emigrante que llega a Cataluña con una mano delante y otra detrás, para no solo construir con sus propias manos su hogar sino crear el propio vecindario. Vinculado a sus raíces en Torre Baró que le sirven de impulso para luchar con uñas y dientes por convertirlo en un lugar digno donde su hija tenga un futuro digno.
Fernández encabeza un reparto con algunos secundarios interesantes como David Verdaguer o Salva Reina, pero que poco a poco se ven opacados por el actor catalán, quien realiza otro excelente trabajo que mezcla sensibilidad y dureza, siendo un personaje real de los pies a la cabeza.
La evolución de la propia ciudad y el contexto de la posguerra son muy interesantes, aunque Barrena se centra en la parte anecdótica, convirtiendo la historia en algo excesivamente estirado y dejando toda la presión en un Eduard Fernández que conmueve y emociona, pero que solo con eso no consigue crear una cinta homogénea, teniendo momentos de altibajos y faltando subtramas más sólidas.