2 Butacas de 5
El director Christian Ditter dirige ‘Un regalo para papá y mamá’ una comedia familiar con toques de viajes en el tiempo que, aunque es corta termina por ser reiterativa y previsible.
La película gira en torno a los hermanos Emma (Shay Rudolph), Max (Mason Shea Joyce) y Taylor Diehl (Easton Rocket Sweda), quienes descubren que el antiguo reloj de su abuelo tiene capacidad para retroceder en el tiempo, pero solo 12 horas. Utilizan este poder para intentar evitar que sus padres Jen (Isla Fisher) y Eric (Greg Kinnear), anuncien su separación durante una cena familiar.
Ya se sabe que viajar en el tiempo puede tener consecuencias si se modifica el pasado como en Regreso al Futuro o como bien advierten en la serie ‘El ministerio del tiempo’, y aquí es donde el guionista Jay Martel juega. Los hermanos Diehl utilizan el poder del reloj cada vez que sus padres les anuncian que se separan en la cena y estos bucles temporales cual sirven para explorar diversas perspectivas de una misma situación. Esto hace que la trama se vuelva reiterativa al llevar los cambios temporales hasta las últimas consecuencias volviendo la trama caótica en su tramo final.
La pareja protagonista funciona como matrimonio en crisis. Jen es instructora de gimnasio y Eric es un hombre que ha dejado que la monotonía se apodere de su vida. Ambos muestran la frustración de una vida en la que los hijos les han quitado tiempo para la pareja. Él no se siente buen padre ya que con el tercero no termina de conectar porque no sabe cómo hacerlo, pero no la trama no deja demasiado espacio para el desarrollo de personajes.
Los tres jóvenes tienen química y funcionan como hermanos. Taylor, el hijo pequeño, pasa por una fase complicada ya que no sale de casa, no habla y se niega a que le toquen. Su habilidad con la informática le hace utilizar una IA para comunicarse con diferentes voces a través de la tableta o el ordenador. Además, gracias a su ingenio es él quien descubre el secreto del reloj. Sus hermanos mayores, Emma y Max están como el perro y el gato porque ella se ha sacado el carnet de conducir y quiere ir de fiesta con sus amigos mientras que Max quiere que su hermana le haga caso como antes.
La resolución es previsible pero demasiado sencilla algo que deberían haber sospechado los hermanos ya que si tras cada bucle temporal siempre aparecía el divorcio en la cena debería haberles hecho sospechar que por ahí no era y que la solución era más sencilla de lo que ellos creían.