3’5 Butacas de 5
Tras más de una década donde la saga Alien seguía un trazado irregular, Fede Álvarez entrega Alien: Romulus, una película que recoge el testigo de Ridley Scott y pretende seguir ampliando las fronteras de una de las franquicias más exitosas. La nueva cinta captura aquello que tan grande hizo a la primera entrega y lo exprime para seguir cautivando a las nuevas generaciones. Alien: Romulus es un slasher espacial con un ritmo trepidante y un final sorprendente.
Mientras rebuscan en las profundidades de una estación espacial abandonada, un grupo de jóvenes colonizadores del espacio se encuentra cara a cara con la forma de vida más aterradora del universo. Partiendo de una premisa sencilla Fede Álvarez compone una película clásica aunando todo lo que siempre funcionó. La cinta se las arregla para no despegarse del material original sin copiarlo o aborrecerlo con la libertad de abrir una pequeña rendija para la improvisación. Diez minutos finales donde realmente se puede apreciar algo novedoso y sorprendente que se despega de lo que ya conoce el espectador.
Alien: Romulus se toma su tiempo para presentar los personajes y el mundo que habitan. Un guion con una estructura clásica que funciona pero que en todo momento deja ganas de más. Lo mismo sucede con la puesta en escena, una cámara que flota en el interior de una nave perdida, siguiendo a los personajes y construyendo secuencias memorables y efectivas, pero que dejan ganas de más. Los personajes y las localizaciones es otro de los aciertos de la película. Las naves y los lugares que se habitan ayudan a una inmersión directa. Todo el cast está correcto, Cailee Spaeny está bien pero no brilla como final girl y su compañero de viaje: David Johnson es perfecto imitando a una máquina humanoide.
Un nuevo paso en la saga Alien, uno firme y sin miramientos. Alien: Romulus es una película muy entretenida y que garantiza un viaje aterrador allá donde la mente humana es incapaz de imaginar. Fede Álvarez recoge el testigo y ofrece una cinta con un resultado bueno, pero dejando las ganas de haber visto algo más.