3 Butacas de 5
Este viernes 9 de agosto se estrena en España Cuerpo escombro (2024), la nueva y segunda película del director de Que baje Dios y lo vea (2018) Curro Velázquez. Es una comedia entretenida y con momentos graciosos que funciona para pasar un rato divertido en la línea de producción de comedias españolas a las que estamos acostumbrados, sin ser especialmente reseñable.
Al encontrarse sin trabajo, Javi (Dani Rovira) liado por su hermano Fermín (Ernesto Sevilla), se hace pasar por discapacitado con parálisis cerebral para que le contraten, pero todo se vuelve más complicado cuando se enamora de su jefa (Cassandra Ciangherotti).
Cuando nos enfrentamos a una película como Cuerpo escombro el prejuicio es inevitable y ciertamente inequívoco: españolada, cliché, actores reciclados… pero no es algo necesariamente negativo. Las expectativas y el gafapastismo desaparecen y nos rendimos al puro divertimento, precisamente por conocer —o suponer— la naturaleza del producto que vamos a consumir.
La película de Velázquez tiene todo lo que podemos imaginar de antemano, pero funciona como un ocio liviano; permite desconectar para pasarlo bien un rato ante la pantalla sin sufrimiento, crueldad o intelectualismos habituales y acordes a otra clase de cine, porque es eso lo que busca: entretener. Cuerpo escombro es predecible e incluso boba en algunas de sus decisiones, pero tiene el suficiente carisma —gracias a unos actores entregados en parte— para mantener el interés en casi todo momento, y con eso basta para cumplir su función.
El aspecto de la discapacidad se utiliza, como no podía ser de otra forma, como medio para el humor, pero el centro de la narración es la relación romántica entre Javi y su jefa: este debe mantener su secreto a toda costa para no perderla. La moraleja final sobre la honestidad es clara, y viene de la mano de un maravilloso Juan Manuel Montilla “El Langui” que suma puntos con sus apariciones. No obstante, siento cierta falta de reflexión y conciencia social sobre el tema del que se ríe —aunque algo apunta—, pues el romance y las cuestiones puramente individuales de sus personajes opacan la colectividad a la que se alude al recurrir a la comedia sobre la discapacidad.
Cuerpo escombro es una comedia promedio, sin nada realmente destacable, pero que funciona como entretenimiento puro y duro. Un final predeciblemente feliz para todos los personajes —y por extensión para el espectador— pone la guinda a una película para pasar un rato agradable, mejor en compañía.