3’5 Butacas de 5
A menudo el cine sirve como altavoz para trasladar historias poco conocidas a un público mayor. Este es el caso de El monje y el rifle (2023), la nueva película de Pawo Choyning Dorji —tras su nominada al Óscar a mejor película internacional Luana, un yak en la escuela (2019)—, que relata a través de una reducida comunidad rural la llegada de la democracia a Bután y los efectos de la modernización y la globalización.
Bután, 2006. La democracia llega al país tras la renuncia al trono de su rey, por lo que de cara a las elecciones el gobierno prepara simulacros de votaciones para preparar a la población. En el pequeño pueblo de Ura, el viejo lama ordena a un monje que le consiga un rifle para poder afrontar el cambio de régimen. Un coleccionista de armas estadounidense busca un valioso rifle en las inmediaciones.
El cambio de paradigma político sirve al butanés para contar una historia sencilla, hermosa y de un gran sentido del humor, que satiriza al sistema y aboga por la paz. Los distintos puntos de vista del extraño relato que plantea (¡un anciano monje necesita un rifle! ¿para qué?), construyen una incertidumbre creciente sobre las motivaciones de sus personajes, que termina por romper las expectativas del espectador en una magnífica escena final que da sentido a la película.
Es impresionante lo impactante que llega a ser su visionado occidental por el enorme choque cultural que supone, pero al mismo tiempo recuerda al espectador lo privilegiado que es. La democracia llegando a un país sin modernizar en pleno siglo XXI, y el desinterés de una población por su progreso —“en otros países se matan por el derecho a voto”—, fruto de un desconocimiento que hace imposible anhelar algo distinto: los locales quieren al rey y no comprenden la democracia ni las elecciones (“ya somos felices”).
La parodia o sátira que surge de la propia situación —a veces demasiado subrayada y quizá dirigida al espectador occidental— desaparece en determinados momentos para abordar una crítica dramática sobre el peligro inherente del sistema de partidos, la división y consecuente discriminación; a través de la niña repudiada en la escuela por las ideas de su padre. Aunque no centra su discurso en este punto (podríamos entrar a cuestionar sus intenciones) y se entiende como un efecto colateral del progreso, además la subtrama queda en el aire; ofrece cierta reflexión política.
El acercamiento a la pequeña población de Ura es en sí mismo entrañable, una aproximación a otra forma de vida y a unos bellos paisajes naturales diferentes a los que acostumbramos; en que nada es maligno ni hostil, es un relato humano y todo termina resultando amable y cariñoso. En definitiva, El monje y el rifle es una película entretenida e interesante, con una moraleja que deja un poso de paz y positividad de agradecer.