'Longlegs': algo maligno se esconde dentro de esta película

'Longlegs': algo maligno se esconde dentro de esta película

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La maldad está siempre en busca de disfraz. Uno de los que mejor le ha funcionado a lo largo de la historia es el de la religión. Entidades y conceptos a los que una gran cantidad de personas depositan una fe ciega. Sin duda ese era el mejor atuendo hace un tiempo.  Sin embargo, puede que, en pleno siglo XXI, la religión haya pasado de moda, puede que ahora el disfraz con el que debe vestirse es el de la imagen en movimiento. Esa capaz de infestar salas de cine y de entrar a cualquier hogar sin tocar la puerta. Oz Perkins viste Longlegs con un atuendo atractivo para, una vez dentro de la sala, llevar al espectador al sótano de los horrores. Un lugar inhóspito donde nadie nunca está seguro.

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A Lee Harker (Maika Monroe), una nueva y talentosa agente del FBI, le han asignado un caso sin resolver de un presunto asesino en serie. A medida que la investigación se complica y se descubren pruebas ocultas, Harker se da cuenta de que existe un vínculo personal con el despiadado asesino y debe actuar con rapidez para evitar otro asesinato familiar.

Longlegs transita por lugares comunes de una investigación policial al uso para introducir una historia de terror perturbadora. Una narración que abraza al fanatismo y que no trata de comprenderlo, sino de mostrarlo tal y como es. Cada imagen esconde algo maligno. Una entidad que, sin saber cómo, se mete dentro de la piel del espectador hasta contaminarlo al completo.

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Oz Perkins demuestra una maestría a la hora de poner en escena lo retorcido, lo endemoniado. Con un estilo pulido y una marca personal que lleva gestando desde Gretel y Hansel (2020), el actor y realizador norteamericano firma una obra de terror total sin excesos. Sin abusar de jumpscares, utilizando el gore y lo macabro en su justa medida y con una sensibilidad única con la protagonista.

La curiosa dupla actoral formada por Maika Monroe y Nicolas Cage es de escándalo. Ambos sustentan la película y la corrompen, tanto por su aparente inocencia como por sus inevitables destinos. Ambos sometidos a una fuerza aparentemente desconocida que llevará los hilos de sus vidas.

Longlegs se viste de monja inofensiva para que el espectador le abra la puerta y la invite a pasar, una vez dentro, ya no hay vuelta atrás, todo se vuelve perturbador e inevitable.