3’5 Butacas de 5
Este miércoles 17 de julio se estrena en España Twisters (2024), la nueva película de Lee Isaac Chung (Minari. Historia de mi familia, The Mandalorian 3) que recupera en una suerte de versión actualizada el clásico de los 90 dirigido por Jan de Bont Twister (1996). Twisters es una cinta trepidante, un blockbuster eficaz y resolutivo en todas las cuestiones que plantea, pese a sucumbir inevitablemente a sus tópicos.
Años después de perder a sus amigos en un trágico encontronazo con un tornado, la ex cazadora de tormentas Kate Cooper (Daisy Edgar-Jones) estudia patrones meteorológicos en la seguridad de la ciudad de Nueva York. Un inesperado día se reencuentra con su amigo Javi (Anthony Ramos), que la devuelve a las llanuras para enseñarle un nuevo método de seguimiento. Allí conoce al equipo de Javi y a sus rivales, liderados por un imprudente influencer llamado Tyler Owens (Glen Powell), con los que deberá afrontar fenómenos de una fuerza nunca vista.
Si algo grande tiene el arte y el cine en concreto es su capacidad de entretener —aunque esa no sea su función principal—, y Twisters es un gran ejemplo de ello. No todo tiene que ser Béla Tarr o Ingmar Bergman. El séptimo arte es un abanico muy amplio en que se agradece también la presencia de películas divertidas sin grandes pretensiones, que amenicen nuestras vidas, o al menos un fragmento de ellas.
Una vez la película de Chung cumple su función principal con creces podemos darnos por satisfechos. Pero más aún cuando existen en su narración una serie de aciertos subyacentes muy favorables. El planteamiento inicial de la rivalidad entre el grupo de Javi y el de Tyler puede resultar muy tópico, sobre todo por sus personajes demasiado caricaturescos —en específico y por relevancia el de Glen Powell—: la división de doctores en la materia, serios y trajeados, contra el grupo de maltrechos y chulescos influencers sin conocimiento aparente. Sin embargo, con el transcurso de la película, descubrimos la verdadera naturaleza de ambas partes, quedando claro que no es oro todo lo que reluce, y ofreciendo cierta visión positiva sobre el mundo tan actual de las redes sociales y nuevas generaciones, que habitualmente trata de ponerse en entredicho por las miradas más veteranas y tradicionales.
Esta resolución fuera de lo que podríamos esperar, ayuda a darle algo más de profundidad a una película que esencialmente es superficie. Aunque, sin duda el punto fuerte de Twisters, más allá de estas aristas narrativas y las correctas interpretaciones de su elenco, son las escenas de acción; de puro desenfreno meteorológico, en que el sonido envuelve la sala y pasamos a formar parte de la debacle. Momentos de una tensión palpitante, fruto de un gran uso del montaje alterno. Es interesante la escena en la sala de cine y cómo los espectadores se agarran a las sillas para no ser fagocitados por el monstruo de viento como sucede con la pantalla en que se proyecta El doctor Frankenstein (1931): ¿el cine clásico y su destrucción?…
En definitiva, Twisters una reformulación del querido clásico de los 90, con dos reconocidos actores del momento como Daisy Edgar-Jones (Normal People, Fresh) y Glen Powell (Cualquiera menos tú, Hit Man. Asesino por casualidad). Es una cinta repleta de grandes momentos de acción, que divierte y entretiene durante cerca de dos horas. Una película comercial, con los tópicos y fruslerías habituales del blockbuster, pero resolutiva para una tarde de verano.