3 Butacas de 5
No engaño a nadie cuando digo que estamos en la época más floreciente de las franquicias. Recientemente hemos tenido el estreno de la cuarta entrega de Bad Boys y el spin-off de Mad Max. Con la llegada del verano, las terrazas se llenan, hay Eurocopa y también una nueva película de Santiago Segura.
Lo bueno de Segura es que nunca lleva a engaños; siempre cumple lo que promete, ni más ni menos. Es un director honesto en ese sentido, así que, si no eres del target de este tipo de cine, mejor no acudas a la sala ni leas esta reseña. Simplemente haz cualquier otra cosa.
“Padre no hay más que uno 4”. ¿Quién lo iba a decir? Con la nueva entrega, está a una de empatar en longevidad con la saga Torrente. Así que ya hablamos de unos personajes que en poco tiempo se han asentado en la cinematografía española. Javier García y su amplia familia han ido creciendo película a película, siendo “Campanas de boda” la que aglutina más referencias a las anteriores. Los niños están creciendo, los abuelos también y los problemas siguen ahí.
El detonante de todo llega cuando la hija mayor, Sara, cumple la mayoría de edad y, junto a su novio, Ocho, deciden casarse. Esto, sumado a las diferentes tramas de cada uno de los hijos y a los problemas matrimoniales en la celebración de un nuevo aniversario entre Javier y Marisa, nos llevará a una disparatada carrera contrarreloj para solucionar todos estos entuertos sin despeinarse.
A pesar de la coralidad de la película, el mayor peso recae en Santiago Segura y Toni Acosta, con una sólida relación en escena que se ve impulsada por la interacción con sus hijos en la ficción. Los niños en la película tienen sus más y sus menos, aunque el cineasta siempre sabe quién da más juego en según qué momentos.
Entre los numerosos cameos ya habituales en el cine de Segura, tenemos en esta ocasión a Antonio Resines como el mánager de Rocío, que ahora quiere ser actriz, y a Antonio de la Torre como el padre estricto y sabelotodo de la pareja de Carlota. Además, están los habituales Leo Harlem, Silvia Abril, Flo y Loles León.
Ahora que aprieta el calor, es el momento que “Padre no hay más que uno” estaba esperando: una época para celebrar su boda y el éxito de traer a familias enteras a comer palomitas y ver su película en todos los cines que se precien. Hay que valorarla y disfrutarla por lo que es: una comedia familiar, entretenida y para todos los públicos, que funciona de principio a fin.