'Fuera de temporada': el verano que nos espera

'Fuera de temporada': el verano que nos espera

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Fuera de temporada se estrena el 5 de julio en España. Está dirigida por Stéphane Brizé y coescrita junto con Marie Drucker, periodista y presentadora de la televisión francesa, que ya colaboró como actriz precisamente en la anterior película de Brizé, Un nuevo mundo (2021).

La película es muy francesa y muy relajante. Trata la crisis de los cuarenta de los protagonistas en un espacio de vapor y noches de baile. Todo lo que sucede tiene el sabor agridulce y melancólico de una juventud acabada y de una adultez insuficiente: es el reencuentro de dos amantes que se dejaron cuando aún eran jóvenes y que ahora, ya adultos, se vuelven a ver.

Cualquiera que haya tenido unas vacaciones de relax, deambulando por los pasillos de un hotel, preguntándose dónde está el bufé libre, bañándose en la piscina comunitaria o paseando por una pequeña ciudad a reventar de turistas y desayunando huevos con salchichas y helado, puede dar vida a esos recuerdos mientras contempla la película de Brizé.

La banda sonora es preciosa. Lo primero que hice al salir del cine fue añadirla a mi Spotify. Las emociones son inmensamente matizadas; el uso del sonido y la música es excepcionalmente maduro.

Fuera de temporada es muy tranquila, casi contemplativa. Hay que verla con un café, se disfruta mucho mejor. Es lenta y bonita. La película tiene un rollo a dos pelis archiconocidas del cine de autor: La juventud (2015), de Paolo Sorrentino, y Lost in Translation (2003), de Sofia Coppola. Destaca por capturar esa atmósfera de pausa y reflexión, típica de esos veranos perezosos que quedaron atrás hace mucho tiempo.

Aunque esta calma forma parte de su encanto, también puede ser un reto para quienes buscan una narrativa más dinámica. La trama no es especialmente movida, pero su enfoque en los detalles y la sutileza de sus diálogos la hacen especial.

Fuera de temporada es una película digna de ver, aunque su ritmo lento puede no ser del gusto de todos. Sin embargo, su belleza reside en su serenidad y en cómo nos invita a reflexionar sobre nuestros propios recuerdos. Hay algo tan reconfortante en su melancolía que me hace querer revivir esa experiencia una y otra vez.