'Vidas perfectas': Instinto maternal

'Vidas perfectas': Instinto maternal

3’5 Butacas de 5

Como suele ser habitual, tiendo a visionar películas con la menor información posible. Luego, la sorpresa puede ser grata o desagradable, pero casi siempre acudo a la sala libre de spoilers. En este caso era algo más complicado pues, si previamente al visionado hubiese sabido que era una versión de la película belga de 2018 “Instinto maternal”, podría haber convivido las horas previas con la irresistible tentación de echar un vistazo de 10 minutos a la versión anterior. Esto, me habría privado de la sorpresa. Por suerte, aguanté. No obstante, tiendo a considerar que mi deber es anticipar al espectador, contextualizar lo máximo posible; aun siendo esto contradictorio con mi modus operandi en cinefilia.

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            La película desde un inicio expone una realidad ideal en un barrio residencial de las afueras de alguna idílica ciudad de los Estados Unidos de los 60. La atmósfera es pacífica y en ella se respira ese aire victorioso de una sociedad que se cree invencible. Nos presentan dos familias de gran complicidad y cercanía entre ellas. Estas dos familias vecinas se encuentran representadas por una sugerente e imponente Jessica Chastain, y la elegancia personificada de Anne Hathaway. Sugerentes y elegantes en un ambiente ostentoso y rimbombante. Como comentaba, todo en esta atmósfera parece imposible de poder verse deteriorado; sin embargo, pronto todo esto comienza a desmoronarse como un castillo de naipes.

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            Lo más impactante probablemente sea la interpretación de dos diosas interpretativas. Jessica Chastain (caracterizada al estilo Marilyn Monroe, con quien comparte semejanzas no sólo físicas a lo largo del filme, sino también psicológicas) asume el mayor poderío en pantalla. Su interpretación de un personaje inestable, miedoso y angustiado ante posibles tragedias que inunden su vida perfecta; la desarrolla con maestría y total credibilidad. Como se suele decir (y de pocos intérpretes se puede asegurar con total rotundidad), la pantalla se empequeñece fácilmente con su presencia. Por otro lado, Anne Hathaway (la cual se asemeja a una especie de Jackeline Kennedy, otra mujer ideal y perseguida por la ambición masculina estadounidense) interpreta correctamente el desarrollo del personaje más ambiguo y difícil de definir por el espectador, ejecutado este a través de un juego de espejos que se va aclarando a medida que avanza la trama.

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            El guión se desarrolla con un incremento constante de la tensión, sin alcanzar brillantez. En él no aprecio tanto drama, y sí mayor carga psicológica. Consigue jugar a la confusión y facilita que el espectador se vea confundido y desencajado, con dificultad para desentramar lo que está viendo. Diría que incluso me irritan por momentos las mentes sobreprotectoras e inestables de estas madres que conviven entre la amistad y la necesidad más imperiosa para estas mujeres de alta cuna (y el late motiv de este filme) : ser una buena madre y que nada malo pueda pasar a la criatura que está bajo mi protección.

            Como curiosidad final, la película parte de una tendencia habitual en el naming a partir de la cual le auguro buena recepción (al margen de posibles confusiones del espectador). Me explico. Entra en ese grupo de “Past Lives”, “Perfect Days” o “Fallen Leaves”, con formas casi simétricas, no sé si con una estrategia de marketing de por medio, pero lo que es evidente es que la temática de “Vidas Perfectas”está lejos de estas tres anteriores y, aun así, nos ofrece un entretenimiento bien trabajado.