'Los Vigilantes': una historia desdibujada y sin alma

'Los Vigilantes': una historia desdibujada y sin alma

2’5 Butacas de 5

No es la primera vez que la descendencia de directores de renombre se lanza a probar suerte en la industria cinematográfica. Los Trueba, los Cronenberg y ahora los Shyamalan. Ishana Night Shyamalan, hija del director de obras tan grandes como Señales (2002), El Protegido (2000) o El sexto sentido (1999), se lanza a la aventura con Los Vigilantes, una propuesta tan atractiva como vacía.

Mina (Dakota Fanning), una artista de 28 años queda varada en un bosque en el oeste de Irlanda. Cuando encuentra refugio, sin saberlo, queda atrapada junto a tres extraños que son observados y acechados por misteriosas criaturas cada noche. A partir de esta suculenta premisa, la directora construye un relato donde lo fantástico se mezcla con, una vez más, el trauma. Un juego de muñecas rusas con apariencia de Folk Horror que no tiene muy claro lo que quiere contar.

Los vigilantes es una cinta que cuenta con una puesta en escena sobria y con poco pulso. Si bien tiene alguna escena un tanto escalofriante, el terror o la tensión que pretende dibujar se escurre como la arena de la playa entre los dedos. El guion está tan sobrecargado de aparentes giros radicales que de tanto girar acaba uno mareado y con ganas de que se acabe. Puede que tenga uno de los peores tercer acto que se hayan visto en mucho tiempo.

El conjunto de la propuesta se deja ver y, muy probablemente, cautive la atención de algunos espectadores, sin embargo, una propuesta de estas características a estas alturas de la historia ya no impacta a nadie. Los vigilantes es una de terror sin mucho terror y con un suspense bastante flojo.