'Paradise is Burning': Un film con un punto “punk” que explora los códigos del cine naturalista sueco

'Paradise is Burning': Un film con un punto “punk” que explora los códigos del cine naturalista sueco

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La ópera prima de Mika Gustafson como directora, “Paradise is burning”,se estrenará el próximo 7 de junio en cines. Una obra con un punto “punk” que explora los códigos del cine naturalista sueco. La película no pasó desapercibida a los premios, obteniendo el galardón a Mejor Dirección en la Sección Horizontes del Festival de Venecia, el premio a Mejor Ópera Prima del Festival de Londres y a Mejor Película en los Guldbagge de la Academia de Cine Sueco.

En un barrio marginal de Suecia, tres hermanas, Laura (16), Mira (12) y Steffi (7) se enfrentan prematuramente a una vida independiente ante el abandono de su madre. Su hogar, a pesar de ser salvajemente indómito y caótico, es feliz. Pero cuando Laura se entera de la visita de los servicios sociales, la dura realidad se impone. Laura intenta hacerse cargo de la situación y solucionarla sin preocupar a sus hermanas pequeñas, pero esto pondrá en peligro sus vínculos. Las tres hermanas tendrán que lidiar con nuevas tensiones derivadas de cómo entiende cada una de ellas la libertad, y añadidas al duro proceso de hacerse mayores. 

El film lleva al límite el desarrollo de los personajes a diferentes niveles y explora las aristas del concepto coming-of-age que, en este caso, significa el tránsito de la niñez y la adolescencia a la madurez. Cada una de nuestras protagonistas femeninas, interpretadas de forma sublime por Bianca Del Bravo (Laura), Dilvin Asaad (Mira) y Safira Mossberg (Steffi), vive su propia transformación en esta etapa de transición en la que encuentran un pequeño paraíso dentro de su infierno particular. En el caso de Laura, su paraíso será un personaje que le hace las veces de espejo, Hannah, interpretada muy orgánicamente por la actriz Ida Engvoll y marcada por su conflicto con la maternidad.

La cinta nos regala dosis de realidad, a ratos incómoda -como transmiten sus planos con cámara en movimiento- pero impregnada de amor. La estructura y los recursos de este largometraje marcan un ritmo lento, dilatando una reflexión entorno al fuerte vínculo fraternal, las frustraciones derivadas de idealizar la libertad y la madurez, que nos lleva de la mano a través de un proceso de crecimiento con simbólicos rituales, donde algunas figuras adultas pero disfuncionales se convierten en el único refugio para aceptar la vida que ha tocado vivir. 


Sin duda, el mayor valor de esta película se encuentra en las interpretaciones de sus protagonistas, que consiguen transmitirlo todo y quemar la necesidad de palabras con el fuego de su autenticidad, elevando el subtexto del guion.