4 Butacas de 5
El 31 de Mayo llega a la gran pantalla el primer largometraje co-dirigido por una directora iraní, Zar Amir, y un director israelí, Guy Nattiv. Esta cooperación convierte la película en una creación histórica que le otorga una épica cinematográfica claramente merecida por múltiples razones, entre las que se incluye su magnífico guion, obra de Elham Erfani y del propio director.
“Tatami” es el título que da nombre al film revelación del último festival de Venecia y que cuenta una historia tan cruda como real, envuelta en todo momento por varias capas de conflicto y lucha. La judoca Leila, interpretada por la actriz Arienne Mandi y su entrenadora Maryam (la propia Zar Amir), se dirigen al Campeonato Mundial de Judo con un sólido propósito: ganar el oro para Irán. Pero este objetivo se verá en peligro a mitad de la competición por un rival que está fuera del tatami, la propia República Islámica, que ordena a Leila fingir una lesión y renunciar así a la posible victoria.
Con su libertad y la de su familia en peligro, la judoca deberá decidir si obedece al régimen iraní, como le pide su entrenadora, o sigue luchando por aquello que para ella supone mucho más que una medalla de oro.
Desde el inicio, la película es un virtuoso ejemplo de conflicto cinematográfico en todas sus variantes y niveles, manteniendo así la tensión de un thriller con una potente carga política en el que, paradójicamente, hay más competitividad y violencia fuera del tatami que dentro.
Más allá de la lucha física que implica el judo, el largometraje consigue transmitir el enorme respeto entre las competidoras de este deporte. Respeto que, sin embargo, no consigue trascender más allá de los límites del tatami, donde lo que impera es el autoritarismo, la falta de libertad y el sufrimiento que el conflicto entre sistemas y gobiernos causa a estas atletas. Según Amir, es “un homenaje hacia ellas, más allá de los delirios del odio ciego y la destrucción mutua”; un homenaje marcado en todo momento por una estética en blanco y negro que le concede un carácter atemporal muy acertado.
Con “Tatami”, la creatividad artística del cine pone imagen, sonido y emoción al servicio de las miles de voces iraníes que, en palabras del propio director (Guy Nattiv) “pagan con sus vidas el precio de la libertad”.