2 Butacas de 5
Llámennos radicales, intransigentes, unidimensionales, lo que ustedes quieran. “A mí solo me interesan los filmes profundos, poéticos, reflexivos…”. Estas fueron las palabras de Pedro Costa en la Filmoteca Española el pasado 11 de mayo y no puedo hacer más que rendirme ante ellas. Este es el sentimiento compartido por muchos cinéfilos y cineastas que se resisten a abandonar la magnitud del concepto “cinematográfico” al cosmopolitismo burgués y al mercantilismo. En estos tiempos terribles cualquier producto se trasviste de intelectual, sofisticado o digno de competir en festivales como Cannes -algo que ya comenté en alguna que otra crítica-, festivales a su vez que van progresivamente decayendo en estándares de calidad y prestigio, precisamente por renunciar a la esencia originaria que imprimió en él la generación de la Nouvelle Vague. Por ello, tenemos que presenciar situaciones tan surrealistas como que Cerrar los Ojos o Creatura no estuviesen en sección oficial y cosas como El Último Verano sí. El señor Fremaux deberá notar el peso del aliento de Godard sobre su nuca…
‘El Último Verano’ no es pretenciosa, no alardea de nada, ni siquiera creo que hable de nada. Podría concretarse como una película pseudoerótica para adolescentes o mujeres ya entradas en edad basada en un romance, no romance o calentón de finales de verano. Esta película no es un barco que haga aguas porque no hay barco ni remos ni tripulantes. “El guión”/narrativa es de una inconsistencia e insustancialidad terrible, ningún personaje aporta nada: todos están forzados en su aparición y desempeño para que se den 2-3 escenas sexuales que debe ser el atractivo que producción y dirección buscaron en este proyecto. La dirección y la fotografía son absurdamente planas, y el montaje, salvo la conexión entre las primeras escenas y el inicio de la trama principal, es lo menos sangrante de toda la película. La película intenta retratar el inicio de la descomposición de una familia, pero durante todo el metraje se nos indica que la putrefacción de los lazos familiares ya estaba posada. El artificio de incrementar paulatinamente la tensión dramática no hace más que relucir defectos de interpretación, calidad de los diálogos, estancamiento en el desarrollo de personajes, etc que no hacen más que ser un detonante forzado para que acontezcan los sucesivos encuentros sexuales.
Anne, una brillante abogada que vive con su esposo Pierre y sus hijas, entabla gradualmente una relación apasionada con Theo, el hijo de Pierre de un matrimonio anterior, poniendo en peligro su carrera y su vida familiar.
El Último Verano es una compilación de todo lo que no se puede hacer para que una cinta tenga empaque formal y desenvoltura narrativa. No creo que sea una opción recomendable con la gran cartelera que tenemos en este mes de mayo y junio próximo.