4 Butacas de 5
Viggo Mortensen no solo es Aragorn, hijo de Arathorn. Es mucho más que eso; es un artista multidisciplinar. Su reconocida versatilidad como intérprete, junto con sus tres nominaciones al Oscar, no lo limitan ni mucho menos; siempre está en búsqueda de nuevos desafíos. Ya sea actuando en una obra de teatro, pintando un óleo sobre lienzo, escribiendo poesía o arriesgándose en una película independiente argentina. Son ejemplos que demuestran que es un creador total.
Con el paso del tiempo, ha incursionado en la dirección cinematográfica. Puede que haya llegado tarde a este aspecto de su carrera, pero ha sido para quedarse. Su ópera prima llamó la atención en el circuito de festivales, pero “Hasta el fin del mundo” va más allá en intenciones y ambición. Es una película que predigo será una de las más relevantes de este año.
Nos situamos en el siglo XIX, en el momento más relevante de la historia de Estados Unidos: la guerra de secesión. Un conflicto que dividió el país en dos, con una guerra entre hermanos cuyas heridas aún están sanando. Con esta premisa, Mortensen nos presenta a dos personajes inmersos en una atmósfera de western, en lo que se plantea como una historia de romance, evocando el estilo crepuscular eastwoodiano y trabajando el paisaje de manera magistral, al igual que lo hizo John Ford. Sirviendo al espectador un relato de suma belleza tanto por el fondo como por la forma. Destaca la historia por encima de la puesta en escena en un trabajo de minimalismo formal muy interesante.
Es una cinta de cocción lenta que cuida con mucho mimo a sus personajes, desarrollándoles de manera majestuosa y casi con naturalidad. Establece una relación amorosa creíble y alejada de los clásicos melodramas. Una de las cosas más admirables del Mortensen director es que, a pesar de protagonizar la película, sabe poner el foco en su compañera de reparto, Vicky Krieps, sacando el talento de la actriz y relegándose a un justo segundo plano. ¡Más papeles para Vicky, por favor!
Quizás la pega pueda ser el envoltorio, ya que habrá un público que note el déficit de disparos y violencia (que los hay, aunque a cuenta gotas), siendo un género tan propenso a ello como el western clásico americano al que parece homenajear en un primer momento. Es una obra muy sencilla y que sabe ajustarse muy bien a sus necesidades. Si bien no alcanza el estatus de obras como ‘Sin perdón‘, es cierto que puede encontrarse entre las mejores películas del género de esta década, junto a ‘Bone Tomahawk‘ o ‘Los hermanos Sisters‘.
Viggo, sea lo que sea, sigue creando. Estamos contigo.