5 Butacas de 5
Alex Garland siempre ha sabido exprimir al máximo el concepto de partida de sus películas. Sus proyectos se caracterizan siempre por plantear ciertos debates éticos y morales. Desde la maravillosa Ex_Machina, donde jugaba a ser Dios a través de un robot casi humano, hasta su nueva propuesta, Civil War, donde deja al desnudo una sociedad en decadencia y una profesión éticamente cuestionable, el director inglés no da puntada sin hilo. Con un estilo exquisito y un aprovechamiento total de todos los recursos cinematográficos, Civil War se erige como una de las películas más interesantes y agudas del año.
La película sitúa la acción en un futuro distópico no muy lejano. Estados Unidos está inmerso en una profunda guerra civil donde la zona Oeste se ha levantado contra el Este en una lucha sin cuartel por la soberanía. El territorio norteamericano se convierte en una zona de guerra donde el sistema está completamente colapsado. Dentro de este contexto la cinta sigue el recorrido de un heterogéneo grupo de periodistas, capitaneado por una sobresaliente Kirsten Dunst, que tienen como objetivo entrevistar al presidente antes de que este caiga en manos de los insurrectos.
Civil War muestra de forma directa y naturalista los peligros de la polarización extrema de la sociedad. Alex Garland coloca al espectador dentro de este grupo de periodistas para que los acompañe y vaya descubriendo a su lado todo el terror que asola a un país roto. Entre los márgenes de una road movie, la cinta navega y muestra diferentes situaciones dentro de un mismo conflicto, desde campos de concentración, escasez de recursos, guerrillas particulares, genocidios y ética periodística.
Una obra total que abarca sin piedad temas que harán reflexionar a más de un espectador. La puesta en escena cumple las expectativas y todo luce muy realista, sin demasiado efectismo barato. El diseño sonoro es encomiable, las balas se sienten demasiado cerca y cada estallido consigue que el cuerpo se estremezca de forma instintiva. La construcción de la tensión es magistral y, a medida que va avanzando el metraje, la sensación de peligro e incomodidad aumenta considerablemente.
Alex Garland compara de forma directa las cámaras de los periodistas con los fusiles de los soldados. Civil War consigue llevar el conflicto al patio de butacas e introducir al espectador entre un grupo de periodistas que cubren la decadencia de un país entero. Un viaje arrollador, crudo y reflexivo.