3’5 Butacas de 5
Alfred Hitchcock (Londres, 1899 – California, 1980) decía eso de “no trabajes con niños ni con animales”, consejo que Gilles de Maistre, director de la película que nos ocupa, siempre ha ignorado. Si ya en 1994, el cineasta francés debutaba con The Boy from Lebanon, película protagonizada por dos infantes, en los últimos años ha incluido en sus películas la ecuación animal, introduciendo como coprotagonistas criaturas como el león (Mia y el león blanco, 2018), el lobo (El lobo y el león, 2021) o el jaguar (Emma y el jaguar negro, 2024), presentando un combo fauna-infancia/adolescencia tan enternecedor como efectivo a la hora de concienciar al público en materia de ecologismo y cuidado de la naturaleza.
Como en sus dos últimas obras, Maistre hace recaer la trama en dos personajes principales: la joven Emma (Autumn en la versión original), interpretada por una magnífica Lumi Pollack que aquí afronta su segundo papel cinematográfico (debutó en 2021 con The Fallout) y su primero como protagonista, y Hope (simbólico y acertado nombre para la historia que nos presenta la cinta), el último jaguar negro de la selva amazónica donde se crió Emma, que tendrá que regresar a la tierra que le vio crecer para salvar a su felino amigo y, de paso, alimentar la esperanza por la simbiosis, tan necesaria como exigua en la sociedad actual, entre la humanidad y la naturaleza. Como coprotagonista humano tenemos a la canadiense Emily Bett Rickards (Brooklyn, John Crowley, 2015), conocida por el gran público por el personaje de Felicity Smoak en la serie televisiva Arrow y que aquí interpreta un papel excéntrico e hiperbólico que, lejos de chirriar, se amolda a la perfección al tono cómico y liviano por el que opta el autor del film.
En los tiempos que corren, donde tantos directores y empresas audiovisuales se empeñan en crear paisajes y mundos enteros por medio de CGI, es de agradecer que Maistre siga entendiendo que los mejores ecosistemas están en la propia naturaleza, en la Tierra que tanto ama y respeta el autor francés, que, desde los primeros compases de la cinta, embelesa al público con bellos planos paisajísticos, ahondando en el propósito último de la cinta: sensibilizar al espectador en el cuidado del planeta que habitamos y hacer aprehender las lecciones de supervivencia, convivencia y amistad que transmite una película emotiva, muy atractiva y con mensajes imprescindibles en nuestros días, recordándonos que somos la generación que podemos cambiar el mundo y proteger lo que aún queda en pie y nos hace mantenernos con vida.
Así pues, podemos decir sin miedo a equivocarnos que Emma y el jaguar negro es un film más que necesario en un momento donde las películas más taquilleras presentan los animales como seres gigantescos (hechos por ordenador) que no dudan en destrozar la naturaleza y todo lo que se presente en su camino. Por su parte, Maistre opta por hacer contraposición a todo eso, regalándonos un largometraje protagonizado por animales reales capaces de originar y mantener en el tiempo lazos de amistad con los humanos, creando espectáculo sin necesidad de hacer alardes de pirotecnia y sin abusar de los efectos especiales, combinando de manera orgánica géneros como la aventura, la comedia y el drama en un filme muy especial que nos hace reflexionar con sus moralejas mientras nos estremece con su belleza.