En 1969, Pierre Goldman, un intelectual de izquierda francés, es detenido por su presunta participación en tres atracos en París. Además, se le imputa otro robo a una farmacia que resultó en la muerte de dos mujeres. Goldman admite su implicación en los tres primeros atracos, pero niega vehementemente cualquier participación en el atraco sangriento a la farmacia. Su caso despierta un gran interés mediático y provoca intensas pasiones, siendo respaldado por amplios sectores de la izquierda francesa.
La película reconstruye el segundo juicio contra Goldman, hijo de héroes de la Resistencia, de origen judío polaco y ferviente simpatizante de las guerrillas revolucionarias del Che Guevara. El director, Cédric Kahn, utiliza esta historia para denunciar el antisemitismo y el racismo institucional en Francia. Aunque la película toma algunas libertades, como la inclusión de testimonios de su esposa antillana, todos los diálogos están basados en las actas del proceso.
El caso Goldman presenta una versión estimulante del juicio de 1976, donde Goldman es acusado de matar a dos mujeres durante un robo a una farmacia. Kahn opta por una estructura simple, centrada principalmente en la sala del tribunal, lo que permite destacar la complejidad del caso y la figura controvertida de Goldman, interpretado brillantemente por Arieh Worthalter. Aunque la película aborda temas contemporáneos como el racismo y el antisemitismo, Kahn evita las posturas simplistas y deja que el testimonio hable por sí mismo.
Goldman se presenta como un héroe popular tras la publicación de sus memorias escritas en prisión, donde detalla su vida como hijo de refugiados polacos. A pesar de admitir los cargos de robo, niega enérgicamente cualquier implicación en los asesinatos. Su principal defensa es sorprendentemente simple: no lo hizo porque no lo hizo. Se niega a permitir que sus abogados presenten testigos de carácter, confiando en que su propia palabra sea suficiente.