3´5 Butacas sobre 5
Once años después de estrenar The architect, la directora alemana Ina Weisse llega a nuestros cines con su nueva película tras haberse alzado con la Concha de plata a mejor actriz (Nina Hoss) en la última edición del Festival de San Sebastián, una edición plagada de grandes películas tanto nacionales como extranjeras que mantienen a nuestro festival más internacional como una de las citas imprescindibles para cinéfilos y cineastas.
Entre estas películas se encuentra La audición, un drama musical que abraza el thriller psicológico de una manera tan sutil como hipnótica, recordándonos inevitablemente al mejor Haneke de La pianista, al libre y arriesgado Chazelle de Whiplash y al desafiante Ozon de En la casa.Es cierto que la película que nos ocupa no es muy original, pues recoge un gran número de ingredientes de otras historias de profesora-lleva-hasta-el-límite-el-potencial-de-su-alumno y otros filmes que tratan el tema de mi-hijo-está-celoso-de-mi-pupilo, pero también es palpable el buen hacer de Weisse a la hora de manejar las humildes herramientas que tiene entre manos: no tiene un gran presupuesto ni lo necesita, su reparto, encabezado por una insuperable Nina Hoss, soporta sobre sus hombros (nunca mejor dicho, el que vea la cinta lo entenderá) todo el film en base a la psicología de los personajes que encarnan. Asimismo, el ritmo de La audición, pausado pero in crescendo, avanza,gota a gota, hacia un final que se espera más explosivo de lo que realmente es, pero que encuentra en la ambigüedad su mejor virtud.
Y si hablamos de virtudes, tampoco debemos olvidarnos de la elegancia que recubre y caracteriza el largometraje que nos atañe. El acabado formal de lo nuevo de Ina Weisse no hace sino acentuar la faceta más inquietante de la historia que nos narra, una historia simple, tal vez algo olvidable, pero que cuenta con un poso emocional que quedará en la retina del amante de este tipo de dramas que buscan que el espectador empatice con personajes que sufren y hacen sufrir, personajes complejos, llenos de capas y conflictos que hacen universales las obras que protagonizan, obras como La audición, un film tan inquietante en su promesa de romper su creciente tensión como aséptico cuando su elegancia predomina sobre su cara más psicológica, tan atrapante en el relato de la protagonista, su hijo y su pupilo como olvidable en su simpleza a la hora de evocar a sus referentes.
En definitiva, estamos ante un notable ejercicio psicológico por parte de Ina Weisse. Sólo espero que no tengamos que aguardar durante otros once años la próxima película de la cineasta alemana.