4 Butacas de 5
Pájaros, la última película de Pau Durá, es una demostración de que se puede mostrar un abanico de emociones en 90 escasos minutos. Que las películas de tres horas están bien pero no son la única fórmula para poder contar grandes historias. Y esta es una pequeña gran historia, donde el hilo conductor que atraviesa todo el metraje es la nostalgia.
Un fantástico Luis Zahera da vida a Mario, un hombre del que solo sabemos que es tartamudo, que no sabe conducir y que es amante de los pájaros. Fortuitamente se encuentra con Colombo, interpretado por el inmenso Javier Gutiérrez, que vuelve a demostrar que juega en una liga diferente. Colombo es guardia de seguridad de un parking y al mismo tiempo trapichea con marihuana a pequeña escala.
Ambos inician un camino de Valencia a la Costa Brava, que se acaba alargando por toda Europa. Mario busca una grulla, Colombo busca una vía de escape. En el viaje se encuentran con personajes mágicos como el de Elisabetta, una mujer italiana que los acompaña durante una parte del trayecto y que nos regala algunas de las mejores secuencias de la película.
Los dos protagonistas juegan al gato y al ratón para intentar comprender las motivaciones del otro; sobre todo el personaje de Javier Gutiérrez con el de Luis Zahera, que es más reticente a contar lo que lo lleva a querer viajar tan lejos, más allá de esa grulla que según él, ahora está en medio del continente por un cambio de corrientes de aire.
Cada uno de los planos que componen la película tiene alma. No es una dirección ostentosa, pero es una dirección eficiente, que sabe lo que quiere contar y como quiere hacerlo. Hay momentos para la risa y Javier Gutiérrez demuestra que tiene una de las más contagiosas del cine español; una risa que en algunos momentos es casi como el gorjeo de un pájaro; una risa libre, que vuela, pero que está restringida por las obligaciones de la tierra.
La historia se alterna entre drama y comedia de forma balanceada, sin que haya algo mejor o peor, porque al final es una historia sobre la vida. Es una historia de dos humanos que emprenden el camino por causas distintas pero con la causa común de sanar unas heridas que supuran pus.
Ha habido momentos que se me han encogido las tripas, como si estuviera viendo una película de Sorrentino; otros donde he podido carcajear cómodo y al final me ha quedado la sensación de que este tipo de cine de vez en cuando es necesario. Películas que te hacen sentir algo; películas que te llevas a tu casa en tu corazón y que quizá cambien hasta tu forma de ver algunas cosas.
No es una feel good movie al uso. Al contrario; tiene cierto poso amargo. No es complaciente con el espectador y no busca conmoverlo de forma gratuita. Es una historia que despliega sus alas y te abraza con ellas para al final soltarte y dejarte ir a buscar tus propias historias.