3’5 Butacas de 5
El Deshielo es el título del potente debut tras las cámaras de la hasta ahora actriz belga, Veerle Baetens. La historia alterna entre el pasado y presente de la protagonista de una forma algo descompensada, siendo mucho más interesantes los flashbacks, que son los que acaban sosteniendo la narración.
La película cuenta la historia de Eva, una chica que es asistente de fotografía, y a la que desde el principio podemos ver con ciertos problemas para relacionarse con su entorno de una manera que pudiéramos considerar normal. Es una mujer de pocas palabras, hasta con su hermana, y que se vuelve totalmente hermética cuando en la conversación se menciona a sus padres.
Estas escenas iniciales se empiezan a entremezclar con momentos de su infancia, a priori inofensivos y alegres; sin embargo, a medida que avanza el relato se nos van revelando los traumas que Eva tuvo durante su primera etapa vital, que es la que seguramente más nos afecta y más huella nos deja para el resto de nuestra vida, porque somos vulnerables, porosos e impresionables.
Esta película tiene ciertas reminiscencias a Mystic River porque también trata de la amistad después de sucesos traumáticos e incluso puede recordar en algunos puntos a otra reciente película como es Una joven prometedora, que levantó mucha polvareda por como relataba el viaje de venganza de una mujer que había sufrido abusos en su pasado. No llega a la maestría de la cinta de Clint Eastwood ni a la violencia del filme de Emerald Fennell, pero porque tampoco lo busca. Tiene su propia personalidad y busca ser una experiencia más íntima sin renunciar a exponer momentos desagradables y violentos cuando corresponde.
El hilo de la película es el acertijo del hombre que aparece ahorcado en una habitación sin muebles donde solo hay un charco de agua en el suelo. Y en cierto modo es lo que es la película: un acertijo. No descubre sus cartas desde el inicio. Se toma su tiempo y esa es posiblemente su mayor virtud.
Los niños están impecables en su interpretación. No pecan de sobreactuación y me ha parecido magistral la sobriedad de la niña que encarna a la protagonista. Muchas veces dejar el peso de la narración en actores muy jóvenes puede ser contraproducente, pero en este caso es uno de los motivos por los que la historia resulta creíble y hasta dolorosa por momentos.
La dirección es correcta, sin muchas florituras. La cámara está al servicio de la historia y se encarga de posicionarse en el lugar correcto. Si nos ponemos exquisitos podríamos decir que lo que se cuenta, ya se ha contado, y que tiene alguna parte de película de sobremesa, pero sería injusto y para mí se trata de un necesario ejercicio de exposición de muchos problemas que nos afectan hoy en día y su origen. Al final nuestra infancia es casi de lo único de lo que no podemos huir.