'Samsara': El mantra del cine contemplativo

'Samsara': El mantra del cine contemplativo

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Lo normal es que hablemos en términos absolutos sobre el cine como medio narrativo, pero este arte sirve para mucho más que eso. Puede alcanzar cotas más elevadas en sus formas, de manera similar a cómo la poesía alcanza su máxima expresión en conceptos que la literatura no puede abordar.

“Samsara” es la última película de Lois Patiño, que en esta ocasión se aleja de terrenos conocidos para explorar nuevos horizontes. En este caso, nos lleva en un viaje por Laos y Zanzíbar con un documental experimental que exprime las posibilidades expresivas de la imagen y busca reflexionar sobre el viaje hacia la muerte y más allá en diferentes culturas y religiones. Una obra espiritual, mística y ceremoniosa que une a dos países tan diferentes entre sí como sus propios personajes.

Por un lado, tenemos a un joven monje budista, y por otro, a una niña africana que tiene una cabrita llamada “Neema”. Depende del espectador realizar un análisis del paralelismo y las diferentes características de ambas historias, siendo el cineasta muy ambiguo con el contenido de lo que está contando.

Al abordar la estética de Patiño, puedes experimentar el síndrome de Stendhal, provocarte un bostezo o reírte al no poder interpretar lo que estás viendo. Debes estar preparado para lo que te espera, ya que su obra es exigente incluso con el espectador más sesudo, peleando codo con codo con las últimas obras herméticas de Godard.

Quizás la propuesta inmersiva del director gallego sea la excusa perfecta para interactuar con la película de una manera diferente a lo que el cine nos tiene acostumbrados, más cercana a una instalación en un museo que a una historia convencional de introducción-nudo-desenlace. Es una invitación al espectador para que interactúe con los planos y los sonidos que nos envuelven en una escena en concreto donde es necesario cerrar los ojos y dejarse llevar. Una paradoja que transforma el documental, en cierto momento, en una propuesta conmovedora.

Samsara” nos sumerge en un ciclo natural de la vida, en un fluir constante de nacimientos y reencarnaciones, un curso entre la vida y la muerte, todo ello cargado de belleza plástica. Se centra en la estética, con una tibieza en cuanto a contenido, creando una experiencia contemplativa y visualmente hermosa. Puede considerarse un enfoque diferente en el séptimo arte, quizás con más sentido en un festival o en un museo que en una sala de cine convencional.