3 Butacas de 5
“El peor equipo del mundo” es una película que arriesga tan poco, que a veces parece que el argumento lo ha ideado una IA, basándose en todas sus predecesoras que versaban sobre el tema de: entrenador fracasado coge a un equipo de fracasados y tanto él como el equipo mejoran para acabar convirtiéndose en una familia.
Es curioso porque durante la última década el nombre de Taika Waititi ha ido resonando con cada vez más fuerza hasta que ha alcanzado su cúspide realizando las dos últimas películas de Thor (cuando el UCM aún lo seguían hordas de personas a pies juntillas) filmes como “Lo que hacemos en las sombras” o “A la caza de los ñumanos” sirvieron para conocer a un director que tenía un estilo propio y visiblemente desenfadado. La comedia le sirvió para forjar una seña de identidad en la que los paisajes coloridos y las líneas de guion más gamberras (y en ocasiones simplonas) estaban al orden del día. Su última película, Jojo Rabbit fue su consagración siendo él también quien se encargó de interpretar a Hitler, amigo imaginario del niño protagonista. En esta cinta había más capas de las habituales, dando lugar a mayor profundidad de los personajes.
El peor equipo del mundo retrata la historia real de Samoa Americana, una isla que tenía una selección considerada el peor combinado nacional del mundo, llegando a recibir 31 goles por parte de Australia en la fase clasificatoria de un Mundial. En este contexto entra Thomas Rongen, un entrenador prestigioso que por una irascibilidad incontrolable, la U.S Soccer Federation decide cederlo a la Samoa Americana para que consiga en un mes lo que el equipo no ha conseguido nunca: un gol.
Todo son lugares comunes, pero no están mal transitados. Waititi no es capaz de traicionarse tanto a sí mismo y el guion está trufado de situaciones rocambolescas para el disfrute del espectador. Es cierto que es su película más criticable. El camino del héroe de este tipo de subgénero deportivo está más que trillado y aquí no se busca reinventarlo. La filosofía que se sigue es la de: si no está roto, no lo toques.
Michael Fassbender no está del todo mal, aunque quizá ha hecho demasiados personajes atormentados como para que la comedia le siente bien o que por lo menos resulte creíble cuando encarna un personaje con rasgos cómicos. Elisabeth Moss hace un papel simbólico aunque sea uno de los motores del ánimo del protagonista, y los miembros del equipo tienen caracterizaciones prototípicas, sin incluir a Faijah, una jugadora transexual que desde el principio se aprecia que tendrá un peso específico en el arco del personaje de Fassbender.
No puedo decir que esta película me haya disgustado, pero en cierto modo me ha decepcionado. Siempre he disfrutado del director neozelandés. Pese a su gran cantidad de detractores me ha parecido un hombre con ganas de disfrutar del cine y con la capacidad de dejar su impronta en los productos que crea, sin embargo aquí peca de conservador y hay escasos hallazgos que logren evitar esa sensación de estar viendo una película de sobremesa un domingo resacoso. No deja mal sabor de boca, pero la receta es demasiado sosa.