2’5 Butacas de 5
Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio, uno de los grandes y máximos exponentes de una de esas épocas trascendentales -probablemente la última- en la convergencia histórica del pensamiento y el arte, no sólo europeo, sino mundial, que marcó un punto de inflexión determinante en la evolución del devenir artístico y en la concepción del hombre tanto con respecto al mundo como en la existencia. Caravaggio supuso un cambio de paradigma artístico enfrentándose a las rígidas convenciones de las autoridades eclesiásticas de Roma; reinventando, invirtiendo, contradiciendo esa concepción pura, límpida y lívida de la cosmovisión vaticana de Jesucristo, la Virgen María, los santos o determinados episodios evangélicos.
Nos encontramos ante grandes alicientes para crear una gran obra cinematográfica excelentemente nutrida de grandes tramas narrativas y contenido profundo y reflexivo. Lamentablemente, no ha sido el caso deseado. La Sombra de Caravaggio es más un producto divulgativo y novelesco-ficcional que una obra cinematográfica. La película se desarrolla completamente bajo un transcurso episódico, lineal y, de nuevo, con gran carácter literario; abordando el año 1610 hasta su muerte ese mismo año. Además, se nos introducen un cierto número de flash-backs que nos muestran su vida pericolosa y “polémica”, los ambientes marginales y arrabales que frecuentaba para nutrir y recabar inspiración, y las dificultades por las que tuvo que transitar para convertirse en uno de los artistas más reconocidos de su tiempo.
Adolece gravemente de un montaje abrupto que impide conjuntar de forma unitaria y armoniosa todos los episodios que se nos relatan, a lo que se le añade un guion técnico resuelto de una manera nada inventiva o imaginativa, ese arrojo que se pide en dirección -que pedimos algunos- es el aspecto significante que le habría dado el salto a lo cinematográfico, resolviéndose todo a planos contraplanos intuitivos y planos descriptivos. El guion narrativo, paradójicamente, no es uno de los problemas de la película; a pesar de no tener unos diálogos minuciosamente trabajados en cuanto a trascendencia, las líneas de diálogo son efectivas, prácticas, correctas y, en algunos momentos, sobre todo en cuanto al discurso directo libre de la figura de Caravaggio, increíblemente traslúcidas del sentimiento trágico, pesimista y marginal del pintor italiano. Este punto es el que estimo conveniente resaltar y que instiga e insufla ese carácter anticomercial: trasladar el amor y devoción de Caravaggio hacia los pobres y sectores lumpenproletarios que representaban para él el verdadero rostro de la divinidad; los desposeídos, los silentes sufridores son la vivaz imagen de Dios en este mundo y no los que sólo recitan palabras apartando la mirada ante el que pide socorro con sus miradas y sus lágrimas. Junto a este factor se adjunta una excelente y fidedigna traslación del siglo XVII italiano que me ha permitido disfrutar de unos 120 minutos de metraje bien manejados en cuanto a ritmo.
La Sombra de Caravaggio, trascurriendo entre el años 1608 y 1610, nos cuenta la vida y obra de Caravaggio, pintor clave del Renacimiento, que debido a una vida llena de luces y sombras, y acometiendo desafíos constantes a la Iglesia, deberá afrontar en 1610 la investigación por parte del Papa tras la revelación del uso de prostitutas, mendigos y ladrones por parte de Caravaggio en sus cuadros.
Por todo lo mencionado y sin desdeñar los aspectos negativos, si la figura de Michelangelo Merisi es poseedora de vuestro interés, La Sombra de Caravaggio es una biografía bastante fiel del pintor milanés y que recomiendo encarecidamente para adentrarse visualmente en la vida y obra de uno de los mayores genios de la historia.