3 Butacas de 5
Jess, una enfermera recién divorciada empieza una nueva vida junto a sus dos hijos (Owen y Tyler) al mudarse a la granja en la que creció. Sin embargo, este lugar desencadenará en la familia una serie de situaciones que pondrán en juego la siguiente pregunta: ¿qué estás dispuesto a hacer por salvar a quien más amas?
La trama es muy clara, a veces ligeramente predecible, con los ya conocidos jumpscares. Todo desencadena a partir de que Pipper, el perro de la familia, se pierde y luego de dos días de buscarlo, regresa de noche a casa, la alegría de los dos pequeños se desvanece cuando se dan cuenta que Pip ya no es el mismo y muerde a Owen.
A partir de este momento, el pequeño Owen desarrolla una sed de sangre humana voraz, una sed que, de no ser saciada, costará la vida del niño y es ahí cuando nuestra protagonista tendrá que malabarear su vida para luchar por la custodia de sus hijos, trabajar en el hospital y salvar a Owen.
Hay tantos detalles en la cinta que algunos parecen estar ahí sin encajar mucho, por ejemplo, el pasado de Jess y sus adicciones. Se entiende que buscaban presionar a punto de quiebre a la protagonista, pero tan solo con las dos primeras consignas (pelear por la custodia y mantener con vida a Owen) se logra perfectamente. Además, que todo parece darse de manera fácil y sencilla en las situaciones de mayor estrés.
Una película para pasar un rato agradable, disfrutar de pequeños sustos y distraerse de la rutina. Una cinta que hace un pequeño tributo a “Pet Sematary” (1989) con algunos giros de la actualidad.