4 Butacas de 5
Kenji Mizoguchi, Akia Kurosawa y Yasujirô Ozu son los tres padres fundadores que sentaron las bases del cine clásico japonés. Aprovechando que el doce de diciembre de este año fue el 120 cumpleaños del nacimiento de Ozu, A Contracorriente nos trae a siete selectas salas la restauración en 4k de ‘Historia de un Vecindario’ (1947), una de sus obras más representativas de un prolífico cineasta que dirigió más de 50 película. Este es el primer filme que rodó después de la segunda guerra mundial. Del triunvirato que he mencionada anteriormente, Ozu destacaba por tener una visión moderna y costumbrista. Él fue un adelantado a su época y es uno de las personas más influyentes en la creación del “slow cinema”. No en balde, es uno de los referentes de grandes autores como Wong Kar-wai, Jim Jarmusch, Abbas Kiarostami o Aki Kaurismäki. Su cine conectaba mucho con las vertientes neorrealistas que surgían en Europa. Mientras Japón abrazaba su mitología clásica y las leyendas medievales del pasado, Ozu optó por centrarse en la vida del ciudadano del presente.
La trama de esta película se centra en la historia de un niño huérfano que es acogido por una viuda. Esta relación surgida de la desgracia es el pretexto para desarrollar una historia donde se abordan varios temas como el sentimiento de pertenencia a la familia, la esperanza o la bondad del ser humano, ‘Historia de un Vecindario’ es una meticulosa radiografía alegórica del momento en el que estaba naciendo un nuevo Japón, surgido de las ruinas de la guerra y la destrucción. Todo esto se nos cuenta en un tono ligero y distendido.
Este cineasta poseía un estilo genuino a la hora de abordar el género de la dramedia. Ozu lograba encontrar el costumbrismo más puro a través de planos de escala abierta y de larga duración. Esto le permitía generar un ritmo interno único acompañado de un montaje pausado y meticuloso donde, poco a poco, derrumbaba la barrera de lo ficticio para aflorar un realismo genuino. Es difícil encontrarse con un director que mire con tanta pureza a sus personajes, sin emitir ningún tipo de juicio moral y con una empatía abrumadora.
Es admirable ver estas nuevas iniciativas que no se conforman solo con restaurar obras clásicas en formato físico y que luchan por proyectarlas en la gran pantalla. Existe un porcentaje altísimo de personas que nunca hemos podido presenciar en las mejores condiciones algunas de las mayores joyas que ha dado el séptimo arte, y esto es un gran aliciente para descubrirnos nuevos horizontes. Por eso, siempre tenemos que estar agradecidos a todas las iniciativas que apuesten por rescatar y preservar la historia del medio, ya sean distribuidoras, Filmotecas o cines con una programación alternativa.