'El Amor de Andrea': la inocencia de las emociones

'El Amor de Andrea': la inocencia de las emociones

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El pater de familia era en la Antigua Roma, aquella persona o individuo que tenía la potestad y dominio legal del hogar de cada uno de los miembros que la componían. La figura perenne de poder a la que sus allegados acudía en la búsqueda de las necesidades diarias como el dinero, las respuestas y el amor. Una pieza fundamental para el mantenimiento familiar que en la actualidad ha cambiado por completo.

‘El amor de Andrea’, la nueva película de Manuel Martín Cuenca es un viaje hacia la madurez de la adolescencia. Un recorrido en donde la figura ausente del padre choca de frente con la necesidad de encontrar respuestas y abatir las alas de la libertad.

Lupe Mateo Barredo encarna a las mil maravillas a Andrea, una joven adolescente, con sueños, responsabilidades familiares y el deseo de encontrar una solución al abandono de su padre, aquel que recordaba de niña de otra manera.

La joven debutante representa el cuidado de sus hermanos menores mientras que su madre trabaja. Esa falta de amor y ausencia paternal, la necesidad de libertad, la toxicidad de las relaciones familiares…son varias de las capas de una película llena de sensibilidad, emociones y que se aleja de la oscuridad de las películas predecesoras del cineasta.

El dolor de los inocentes y la ternura de las miradas de sus protagonistas retratan la profunda melancolía del abandono paternal. Una historia en la que las contradicciones de los adolescentes, su tristeza y alegría convergen en un relato sobre la necesidad de ser libres.

La luminosidad de Cádiz y su Bahía, acompañada de los acordes de la música de Vetusta Morla elevan a ‘El amor de Andrea’ hacia un lugar muchísima sensibilidad. Una actriz debutante que a través de su dulce rostro representa todas las emociones, la indefensión de los más jóvenes y la falta de respuestas ante las decisiones conflictivas de los padres.