'La ermita': un cuento infantil sobre el descubrimiento de la mortalidad con tintes de terror gótico

'La ermita': un cuento infantil sobre el descubrimiento de la mortalidad con tintes de terror gótico

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Uno de los nombres que más resonaban en la previa del anterior Festival de Sitges era el de Carlota Pereda, que debutaba en el largometraje con la adaptación de su fantástico cortometraje Cerdita, que le valió para ganar el Goya en el 2019. Su fusión entre el slasher clásico y la comedia costumbrista ibérica le valió para alzarse con el premio al mejor largometraje europeo en Sitges. Además, tuvo una excelentísima recepción en festivales internacionales y Laura Galán, la brillante protagonista de la película, obtuvo el Goya a mejor actriz revelación. Un año después de todos estos éxitos, la directora madrileña regresa al Garraf con su segunda obra: La Ermita¸ un cuento infantil sobre el descubrimiento de la mortalidad con tintes de terror gótico. Produce Filmax y Netflix también está involucrado en el proyecto.

En esta segunda película, Pereda cambia el mundo extremeño por la brujería del País Vasco. Pereda, Albert Bertran Bas y Carmelo Viera reinterpretan las conjeturas y supersticiones que surgieron en torno de la peste negra en el siglo XVII. Centrándose en cómo los médicos, conocidos como “hombres pájaros”, se llevaban a cualquier persona que presentara el mínimo síntoma de enfermedad y los encerraban dentro de la ermita del pueblo para luego sellarla desde fuera. La trama se desarrolla principalmente en el presente, utilizando “flashbacks” para proporcionar al espectador el contexto necesario. Cada año se celebra una fiesta regional en la que se abre la ermita durante unos días para luego volver a sellarla, aprovechando estos días para hacer turismo cultural. Cada niño del pueblo tiene que donar un juguete para los niños que se quedaron encerrados en la ermita en el pasado. En torno a esta festividad existe la leyenda de que los “hombres pájaros” atraparán el alma de todas las personas que traspasen a la otra vida mientras la ermita permanezca descubierta. Emma (Maia Zaitegi) es una niña que desea aprender a comunicarse con el espíritu de Usoa, una de las niñas que fue separada de su madre y atrapada en la ermita. La madre de Emma está gravemente enferma de cáncer, por lo que Emma tendrá que encontrar la forma de poder seguir viéndola después de su fallecimiento. Para lograr tal hazaña, necesitará la ayuda de Carol (Belén Rueda), la hija de la médium del pueblo, recientemente fenecida. Carol se dedica a estafar a gente vendiéndoles que puede hablar con los muertos, aunque ella deteste todo lo relacionado con el espiritismo. Este es el punto de partida del filme.

Pereda vuelve a demostrar que posee una de las voces más interesantes dentro del panorama nacional fantástico. La ermita no es perfecta, pero los aciertos predominan por encima de los altibajos. Dentro de la película, hay una historia que podría ser un drama intimista con trazos de terror explorados a través de la mirada de una niña, algo que encajaría en un sello como el de A24. Sin embargo, también hay otra historia dentro del filme que podría formar parte del universo Warren de Warner y llenar la sala de jóvenes que quieren pasar un rato lleno de sustos y diversión.

Maia Zaitegi nos regala una interpretación protagónica extremadamente emotiva en la que conquista el corazón del espectador. Los momentos de más brillantez son en los que nos ofrece una visión cercana y cálida hacia el mundo de la niñez, que se ve alterado por un elemento externo inmutable Durante el visionado, me era imposible no conectarla con la magnífica Petite Maman (Céline Sciamma, 2021). Pereda consigue crear unas situaciones íntimas a la vez que cómodas, donde los actores llenan la pantalla de vida y naturalidad. Demostrando una vez más su agudeza para descubrir nuevos talentos, acertando nuevamente al confiar en alguien desconocido para el público. Sin lugar a dudas, Zaitegi es uno de los descubrimientos de este festival.

En el otro bloque podríamos establecer una conexión más directa con el terror fantasmagórico español más exitoso de este siglo. No es casualidad que tengamos a uno de los rostros más reconocible de este fenómeno, como Belén Rueda. Aquí sí que echo de menos un poco más de inspiración y atrevimiento con la fórmula. Los diseños de los monstruos están muy bien logrados, pero en las escenas en las que se tienen dar miedo, no se logra tal efecto. En el fondo, no es algo vital para esta historia, pero sí que interrumpe el ritmo emocional ascendente que tiene el otro bloque. El conflicto materno-filial está muy bien llevado, pero los cambios de registro que viran hacia el miedo no conectan tan bien.

Sin ningún tipo de duda, este es otro avance para la carrera de Pereda, quien ha logrado mantener su esencia en proyecto mucho más grande, dónde siempre hay más responsabilidades e intromisiones. La ermita vuelve a ser uno de los platos fuerte de Sitges, y estoy seguro de que, a poco que su tercera obra tenga algo de fantástico, también dará mucho que hablar por la costa del Garraf.