5 Butacas de 5
Había muchas expectativas en torno al regreso a la escena del cineasta italoamericano, posiblemente el más destacado de su generación. Su fase actual es la más ambiciosa de su carrera, alejándose más de las salas de cine, pero aprovechando la fuerza de las plataformas de producción. Hablo del único e inimitable Martín Scorsese.
Los Asesinos de la Luna es una historia que, hasta ahora, no había sido contada, un tema que parece haber sido ignorado en la industria cinematográfica: los conflictos de los nativos americanos.
Y no me refiero únicamente a su representación en el género del western, sino al genocidio que ha afectado al pueblo originario de América. Una tragedia sin igual, tan impactante que me hace admirar la valentía de Scorsese al realizar una película con un discurso crítico tan fuerte hacia su propio país.
Nos trasladamos al condado de Osage a principios del siglo XX, una localidad donde la comunidad indígena fue desplazada de sus tierras ancestrales. Curiosamente, en poco tiempo, esta zona se convierte en la región con la renta per cápita más alta del mundo. ¿La razón? El petróleo. Dondequiera que pisara este suelo, estaba destinado a ser bendecido o maldecido con el oro negro. Así que, en un contexto en el que los llamados “piel roja” se convierten en nuevos ricos, se abre la puerta para que individuos sin escrúpulos intenten sacar provecho y recuperar estas tierras para los blancos. Este fascinante escenario encaja perfectamente con el tipo de personajes que el director de Taxi Driver suele explorar.
La trama se centra en una serie de asesinatos en la comunidad indígena, al estilo del true crime, donde el FBI se ve obligado a investigar a fondo para entender lo que está ocurriendo en esta comunidad tan hermética, donde nadie es lo que parece. Se desarrolla una intervención extremadamente compleja en la que Mollie Burkhart, poco a poco, ve cómo sus familiares más cercanos aparecen muertos. Todo esto conduce al descubrimiento de una conspiración para hacerse con toda su fortuna.
El elenco actoral es uno de los aspectos más destacados de la película, con un convincente Robert De Niro interpretando a King, también conocido como William Hale, el terrateniente blanco que ha estado infiltrado en la cultura indígena durante décadas, todo ello para obtener en secreto sus riquezas. Los personajes de ‘Uno de los nuestros’ deberían preocuparse.
Leonardo DiCaprio, siempre entregado a su trabajo, asume el papel del sobrino de Hale, en uno de sus personajes menos típicamente hollywoodenses. Se aleja de los roles de galán y se sumerge en un personaje lúgubre, desagradable y antipático. Como actor, oscila entre lo material y lo melancólico (nunca podrá agradecer lo suficiente al director italiano por lo que ha hecho por su carrera).
Pero, sobre todo, destaca la sorprendente actuación de Lily Gladstone en el papel de Mollie. El cual está bien desarrollado, pero no es tan llamativo como los de sus compañeros masculinos. Ella encarna lo místico, la sensibilidad, la corporeidad, la fragilidad y la contención. Hace virtud de la simplicidad y la serenidad, y cada encuentro que tiene con Leonardo DiCaprio es una lección magistral. Es una intérprete relativamente desconocida que merece la visibilidad que esta película le proporcionará.
La adaptación de la novela de David Grann es notable, aunque quizás no alcance el estatus de las obras maestras de la filmografía de Scorsese, definitivamente se encuentra entre las mejores del año. Scorsese demuestra una vez más su habilidad cinematográfica, ofreciendo una película vigorosa con una dirección potente y sobria, enriquecida por el montaje de Thelma Schoonmaker y la maravillosa música de Robbie Robertson, de The Band. La película retrata hechos atroces que merecen ser vistos y discutidos.