4’5 Butacas de 5
Isabel Coixet es considerada (o debería serlo) una de nuestras grandes realizadoras, una de las piezas fundamentales de nuestro cine. Tras consolidarse en el extranjero con películas tan reconocibles como Mi vida sin mí o La vida secreta de las palabras (y tras ganar varios Goyas gracias a La librería), la catalana vuelve para trasladar a la gran pantalla una de las novelas más populares de estos últimos años: Un amor.
Un amor, basada en la novela homónima de Sara Mesa, sigue la vida de Nat, una joven traductora que, huyendo de la ruidosa y agobiante ciudad, termina refugiándose en un pequeño núcleo rural llamado La Escapa. Su timidez y miedo chocarán directamente con los habitantes de este pueblo, sobre todo con las figuras masculinas que se va encontrando en su camino. Esto llevará a que, cuando su vecino Andreas le haga una turbia proposición, Nat se adentre en una espiral de obsesión y destrucción emocional que la cambiará para siempre.
No es nada fácil realizar una adaptación de un libro tan ambicioso y complicado como el de Sara Mesa, pero Coixet sale airosa y con buena nota de este proyecto tan abrumador como es Un amor. Me produce especial satisfacción cada uno de los puntos que sabe tratar la catalana gracias a esta película, en la que principalmente consigue plasmar de forma sobresaliente las diferentes amenazas que puede sentir una mujer en un lugar tan inhóspito como ese pequeño pueblo. Todo puede resultar una amenaza, y Coixet deja claro que incluso, aunque ese pequeño lugar pueda ser un lugar de esperanza y cobijo, no lo será para Nat. La figura femenina protagonista es el centro de la película, la que mueve la acción y a la que acompañamos, e Isabel Coixet logra trasladarnos todas las emociones de este personaje a través de la pantalla.
Ante todo, Un amor es una historia de autodescubrimiento, de heridas que sanan y de aprendizaje. Coixet logra imágenes de pura belleza gracias a una trama tan triste como devastadora. Narra a la perfección esa sensación de agobio a través de los diferentes personajes que forman el núcleo del pueblo, tan caricaturescos como realistas. Consigue una buena adaptación de la novela de Sara Mesa, al mismo tiempo que consigue darle su propio toque en cada uno de los planos.
Y es que la dirección de Coixet sabe fusionar de forma ideal tanto las manías de la realizadora junto con decisiones arriesgadas, que se plasman tanto en el guion como en la pantalla. Los minutos finales de Un amor puede que sean los más desgarradores (y los más sanadores al mismo tiempo) de todo el cine español de este año. La adores o la odies, Coixet ha realizado una de esas películas que no se olvidan fácilmente.
Todo esto no sería posible sin la ayuda de los actores, que se meten de introducen sin problema en sus personajes. ¿El mayor logro de la película? Una Laia Costa que, tras triunfar el año pasado con su entrañable personaje de Cinco lobitos, nos regala la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera (sí, incluso mejor que la de la película de Alauda Ruiz de Azúa). Introvertida, incómoda, ambiciosa y por momentos maniaca a raíz de ese pueblo que la juzga sin contemplación. Todo eso logra la intérprete catalana, que forma un dúo imponente junto a Hovik Keuchkerian, que se encuentra comodísimo en un papel tan complicado como es el de Andreas. E incluso con esas logra una interpretación notable, una de esas que se quedan en la memoria.
En definitiva, Un amor es una de las mejores películas españolas del año. Coixet traslada a la gran pantalla de forma sobresaliente la popular novela de Sara Mesa, sin tapujos y sin ningún tipo de problema en resultar incómoda y arriesgada a partes iguales. Encontramos algunas de las imágenes más potentes del cine de este año en una película que sabe a la perfección como reflejar las sensaciones femeninas, el agobio y el escarnio público al que se enfrenta su protagonista. Laia Costa es el alma de la película, gracias a un personaje de lo más jugoso al que consigue explotar en todo momento. Una grandísima película.