'El Sueño de la Sultana': Un óleo prosaico

'El Sueño de la Sultana': Un óleo prosaico

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Debo admitir que no soy muy ducho en lo que a ver filmes de animación se refiere, siempre he sido más partidario de narrar historias a través de medios cinematográficos directamente captados de la realidad. Soy consciente que la utilización de la animación suele discurrir con un menor nivel de gasto y ciertos tipos de historias de acción real serían inviables si no se utilizasen medios alternativos. Mi mayor problema está cuando se adoptan los medios de la animación únicamente por un interés comercial, es decir, para adaptarse a los gustos de cierto tipo de espectador y no cuando un autor opta por la animación como elección artística. Este es, sin duda, del caso de El Sueño de la Sultana; una propuesta atrevida y de autor, y con la implementación de animación tradicional 2D en acuarela, técnica de recortables (variante del estilo de animación “stop-motion” consistente en la fotografía de figuras de cartulina dispuestas horizontalmente y siendo fotografiadas desde arriba) y la utilización de la henna (tinte de coloración natural) dedicada al dibujo de los fondos. El uso de estas técnicas hace de este trabajo una pieza artesanal que se compagina a la perfección con la intención narrativa que propone.

            Isabel Herguera afronta su primer largometraje y de una forma muy satisfactoria, habiendo realizado cortometrajes muy interesantes como La Gallina Ciega (historia que sin ningún tipo de diálogo, a base de figuras surrealistas, toques cubistas y sombras nos retrata la alieanación del hombre en la ciudad a través de la figura de una persona ciega y su perro que deberán hacer frente a la oscuridad moral de la ciudad, el ruido “ensordecedor” de los coches y la completa absorción de su población por parte de luces y televisiones) o Ámár: una historia de la memoria, el recuerdo y el amor que a base de técnicas similares a las utilizadas en El Sueño de la Sultana (acuarelas y animación 2D) nos cuenta la relación entre Inés y Ámár en la que Inés, a base de un juego de metacine, recuerda su historia con Ámár a través de los dibujos de su cuaderno. El Sueño de la Sultana, también con la doble vía narrativa de la historia real y el relato de la novela original, y continuando de forma subrepticia con la historia de Ámár, mantiene esos parámetros oníricos y líricos para contar una historia de ruptura amorosa, búsqueda de uno mismo, creación artística y reivindicación del papel de la mujer. Las acuarelas imprimen al film ese cariz poético reproducido como si de un sueño se tratase, jugando con los movimientos y ausencia de ellos tanto de los personajes como de los fondos que se utilizan. Una de las mejores interacciones de animación y narrativa que he podido ver recientemente. Es muy llamativo cómo se aborda el viaje de Inés a través de los distintos lugares que va recorriendo, culturas y tradiciones muy dispares que le van conduciendo a formas de encarar su realidad, sensaciones, sentimientos desde cada uno de los espectros. A pesar de ello, los aspectos que menos me han convencido han sido la introducción de los diálogos, es decir, el énfasis que se le ha querido dar a los diálogos me parece excesivamente teatralizado y demasiado forzado para situaciones que devenían en una realidad cotidiana; y la forma en que se ha querido realizar una intersección entre el relato de la novela y el del propio film. Pienso que narrativamente se podría haber buscado otros caminos para que la combinación fuese un poco más armoniosa entre el conflicto de Inés y el contexto de la novela.

            ‘El Sueño de la Sultana’ trata la historia de Inés, una directora de animación española que se encuentra en Ahmedabad para romper con su amante indio Àmàr. Mientras se encuentra en la ciudad, Inés se topa en una librería con la novela El Sueño de la Sultana; relato sobre un país imaginario gobernado por mujeres. Al quedarse prendada por la historia decide hacer una película, lo que desencadenará que la vida de Inés discurra en paralelo a la autora de la novela.

            Sin ningún tipo de duda, recomiendo que vayan el 17 de noviembre a los cines a ver lo que puede ser uno de los mejores films de animación del 2023 y que tendrá la acogida, como proyección internacional, en el Festival de San Sebastián.