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Vuelve Ken Loach, el gran representante del cine de denuncia social. A sus ochenta y dos años, el director británico presenta Sorry we missed you, un drama tan potente como certero en el análisis de nuestra sociedad enferma de liberalismo salvaje. Después de pasar por la competición oficial de del Festival de Cannes y ganar el premio del público a la mejor película europea en el Festival de San Sebastián, Sorry we missed you llega a las pantallas españolas el 1 de noviembre.
En este drama, con guion de nuevo firmado por Paul Laverty (Yo, Daniel Blake), nos adentramos en la historia de una familia de clase obrera que bien podría ser la de cualquiera de nosotros. Rick y Abby son un matrimonio que trabaja arduamente para poder darle a sus hijos lo que ellos no tuvieron: una mejor educación, una carrera profesional prometedora, una buena casa. Sin embargo, esa soñada clase media que el sistema vende a los obreros que “se esfuerzan” parece no llegar en ningún momento para esta familia, cuyo padre, además, acaba de perder su trabajo. Pero el maravilloso liberalismo siempre ofrece oportunidades a quien las busca y Rick pronto la encontrará. Será su propio jefe, o eso le dicen. La realidad es que trabajará como repartidor para una empresa que lo esclaviza y que no le ofrece la seguridad de un contrato laboral. ¿Nos suena? Por supuesto. No hace falta que demos nombres, todos sabemos de lo que estamos hablando.
Con un guion inteligente, unas interpretaciones honestas y penetrantes y la dirección del incombustible Ken Loach, Sorry we missed you apela a nuestra solidaridad de clase. ¿Dónde está? ¿Se fue mientras intentamos poner en orden nuestra vida? ¿Mientras intentamos estar en el lado de los triunfadores?
Loach apela a nuestra empatía, al reconocimiento de estos personajes y estas historias que, aunque ficción, podría ser tu historia o la de tu vecino. Nos abre los ojos y nos hace replantearnos cómo las violencias diarias del sistema sobre los trabajadores se acaban trasladando a unas familias asfixiadas. Además, pone un foco indirecto sobre los olvidados, sobre los niños y sobre los ancianos, sobre la necesidad de los cuidados que puedes comprar si tienes dinero, pero que no tienes por derecho. Ken Loach interpela al espectador con un drama sin edulcorantes que nos pregunta: ¿De verdad es esto lo que queremos?