2’5 Butacas de 5
Este 22 de septiembre llega a nuestros cines la película La voz del sol, dirigida por Carol Polakoff y protagonizada por dos de los maestros de nuestra comedia nacional: Carmen Machi y Karra Elejalde. Ambos dan vida a un Maruja y Manolo, matrimonio español que, tras tener que emigrar a Francia desde Pamplona al concluir la Guerra Civil con la victoria de Franco, trabaja en París en el servicio doméstico para otra pareja conformada por los Jolis, un diplomático estadounidense y una mujer local perteneciente a la alta sociedad.
Son casi como una familia, pues sus empleadores valoran que los españoles son el motor de una casa en la que siempre hay actos sociales y ellos se han entregado en cuerpo y alma, no solo al sostenimiento del hogar, sino al cuidado de su único vástago, un adolescente Alan (Matteo Artuñedo). Especialmente, el vínculo entre Maruja y “su niño” es el que se da entre una madre y un hijo.
Hasta el punto de que cuando una enfermedad la golpea y guarda en silencio el secreto de que su muerte es inminente, solo tiene algo en la cabeza: que Alan pueda viajar con Manolo y con ella hasta su Pamplona natal, 30 años después de su marcha, y celebren juntos los Sanfermines.
Es una fiesta, sí, pero ahí se abre la caja de Pandora de un matrimonio que quiere con pasión a Alan, pero al que a su vez le han ocultado todos sus secretos. Y, al regresar a casa, Maruja y Manolo deben acometer al fin los muchos nudos que se dejaron sin atar y que, además de hacerles sufrir a ellos, golpearon en las entrañas a los suyos.
La voz del sol tiene puntos divertidos, pero no es una comedia. Muestra elementos y situaciones trágicas, pero no es un drama. Eso, que en sí no sería un problema (¡bienvenidas sean las películas que mezclan géneros!), aquí, sin embargo, sí lo es… Y es que su mayor problema es que denota una falta de naturalidad. Las cosas, muchas veces, suceden porque sí, a salto de mata, sin un hilo que desarrolle plenamente los sentimientos (a excepción del maravilloso reencuentro de Maruja con su hermana, marcado por el dolor y el amor a partes iguales).
En definitiva, la película, basada en hechos reales (plasmada en la autobiografía del propio Alan Jolis, seguramente un buen libro en el que el relato encontrará su culminación), muestra una historia bonita, pero que no brota. O que lo hace de pronto, a fogonazos, perdiéndonos el maravilloso carrusel de pasiones a fuego lento, complejas y con matices, que se intuye que deben darse en situaciones tan significativas. Sin naturalidad, pese a que Machi y Elejalde aseguren bastantes momentos de buen cine, nos quedamos en una película con el alma a medio enseñar.