'Doctor Sueño': ¡Aquí está Danny!

'Doctor Sueño': ¡Aquí está Danny!

3´5 Butacas sobre 5

Durante muchos años nadie pensó que fuera posible crear una secuela para El Resplandor. Ni siquiera el propio Stephen King, que en 1998 se sorprendió a sí mismo respondiendo a la pregunta formulada por un fan de qué habría sido de Danny Torrance tras los incidentes ocurridos en el hotel Overlook: aún habría que esperar hasta 2013 para que esa idea acabase de tomar forma y Doctor Sueño llegase a las librerías de todo el mundo.

Pero una adaptación cinematográfica parecía aún más improbable. Aunque King nunca ha ocultado lo poco que le gusta la visión de Kubrick (que modificó demasiados aspectos esenciales del libro para configurar su obra maestra), el maestro de Portland también era consciente de que es esta película (y no la suya, lanzada en 1997 en un vano intento de réplica) la que ha pasado a la historia del séptimo arte.

Solo por eso ya hay que apreciar el titánico esfuerzo realizado por Mike Flanagan, artesano moderno del terror y ahora, además, malabarista experto, porque no era nada fácil contentar a King al tiempo que se tendía un puente a Kubrick. Claro que, si alguien estaba preparado para asumir esa tarea, ese era Flanagan: como avales, su experiencia anterior con otras obras del autor (El Juego de Gerald, 2017) y una larga lista de éxitos recientes entre los que se encuentran las sugerentes Oculus (2013) y Hush (2016) o la magnífica serie La maldición de Hill House (2018).

En este sentido, Doctor Sueño cumple con todas las partes: se mantiene fiel al espíritu de la novela en la que se basa (si bien introduciendo cambios bastante notables que los lectores reconocerán enseguida), al legado de Kubrick (impresiona regresar al Overlook tal y como lo vimos en 1980) y al estilo de Flanagan, que vuelve a hacer gala de su pericia tras las cámaras. La fotografía es, de hecho, uno de los puntos más fuertes de un título que tiene el gran acierto de no tratar de imitar a su antecesora más allá de varios planos y referencias ineludibles. La homenajea, sí, pero manteniendo una personalidad propia en todo momento.

El problema es que a veces esto se vuelve en su contra. Aunque no está exenta de momentos escalofriantes, Doctor Sueño no parece una película de terror al uso: ya desde el comienzo abandona el tono de suspense de la primera entrega y nos ofrece lo que podría definirse como una historia de personajes mucho más pausada y contemplativa. En parte, no se trata tanto de un fallo como de una cuestión de expectativas, pero salta a la vista que el medio elegido no favorece a este enfoque: salvada por un espectacular tercer acto cargado (ahora sí) de nostalgia, el ritmo de los dos primeros se antoja quizá más apto para una novela o incluso una serie que para el cine.

Por lo demás, todos los aspectos técnicos del film (incluida una excelente banda sonora) son encomiables. También el reparto supera con creces el desafío, con unos geniales Ewan McGregor y Rebecca Ferguson. Pero aquí llega otra objeción: si El Resplandor nos legó una interminable colección de escenas inolvidables protagonizadas por sus escalofriantes antagonistas, Doctor Sueño fracasa en su intento por lograr un impacto visual remotamente comparable, y solo consigue estar a la altura cuando recurre a elementos de la versión de Kubrick.

En definitiva, Doctor Sueño es una película valiente y llena de méritos que, como era previsible, se queda lejos de superar a su predecesora, aunque tampoco pretende compararse con esta: Flanagan se contenta con desarrollar la historia de Danny Torrance siendo consecuente con su propio estilo, algo que le salva de lo que podría haber sido un descalabro mayúsculo y da lugar a una interesante secuela.