4 Butacas sobre 5
El cine español ha contado en infinidad de ocasiones su historia, y más concretamente sus conflictos más recientes. La dictadura franquista, la República o la Guerra Civil siempre han sido los temas preferidos de muchos directores patrios para contarnos historias llenas de dolor y sufrimiento. Esta película, el mismo Alejandro Amenábar nos contaba (en mayor o menor medida) el punto de vista de Unamuno a este conflicto bélico en Mientras dure la guerra, aunque no consiguió convencer del todo a la crítica española. Sin embargo, el trío vasco formado por Jon Garaño, Jose Mari Goenaga y Aitor Arregi han venido a darnos una de las mejores películas españolas del año con La trinchera infinita.
En La trinchera infinita, los directores de Loreak y Handia nos vienen a contar una historia de amor y sufrimiento que se desarrolla durante más de 30 años, basada en hechos reales. Higinio y Rosa son una pareja que lleva pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil. Es entonces cuando la policía decide ir en busca de Higinio, culpable de crímenes contra el franquismo. Tras una persecución en la que casi termina siendo atrapado, el hombre decidirá utilizar un agujero en su propia casa para esconderse de la guardia civil. Este escondite servirá de hogar para Higinio durante las próximas tres décadas, en las que tendrá que vivir escondido y sin poder llevar una vida normal junto a su esposa. Sí, es tan drama como pinta.
Uno de los grandes puntos a favor que tiene La trinchera infinita es su dirección. Garaño, Goneaga y Arregi derrochan talento en una película espectacularmente dirigida, donde en cada escena y en cada plano se derrocha pasión y drama. Desde los actores hasta cada uno de los planos que componen la cinta están bien dirigidos y ejecutados por este trio de directores, que encuentran en esta película su Santo Grial. Tras el triunfo en San Sebastián, queda claro que los directores lo tienen todo para triunfar en la próxima edición de los Goya (qué pena que Almodóvar esté ahí para amañarles la fiesta).
Sin embargo, este no es su gran punto positivo. Como comentaba antes, la película te transporta a la época de la Guerra Civil y la posguerra, un periodo que se ha relatado con anterioridad muchas veces en nuestro cine. Pero aquí es diferente: en ningún momento te quiere contar un conflicto bélico o ideológico entre dos partes, por mucho que esté en ese contexto. Lo que quiere la película en todo momento es contarte una historia de amor bellísima, dramática, de personajes atormentados por sus circunstancias y que luchan contra todo y contra todos por sobrevivir a todas las situaciones que se les plantea a lo largo de los años.
Es por eso que comparo tanto esta película con la última cinta de Amenabar: a pesar de no tener la misma trama y cuya única similitud sea el contexto social y el periodo histórico, ambas te quieren contar algo muy similar: el cómo puede afectar a las personas un conflicto tan enorme como la Guerra Civil. Y eso es algo que La trinchera infinita consigue con creces, con una trama emocionante, pasional y llena de empatía. En ningún momento pretende ser demasiado academicista ni excesivamente dramática (solo cuando lo pide el guion, un guion brillante), sino que te quiere contar la historia de Higinio y Rosa, una pareja a la que, como Romeo y Julieta, no les dejan vivir su amor en paz.
Otro punto por destacar de la cinta vasca es su profundidad psicológica y su entretenimiento. A pesar de que la película dura casi dos horas y media, en ningún momento se te hará pesada, ni estarás desenado que acabe. Esto se consigue gracias a una trama que, si bien puede resultar cargante en ciertos momentos (ya que, al fin y al cabo, está en un punto muy parecido durante todo el tiempo), logra incluir al espectador en la trama, emocionándolo y haciéndole partícipe de los pensamientos y reflexiones de los personajes, en especial el de de la Torre.
Todo esto no sería posible sin las espectaculares interpretaciones de Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Por un lado, de la Torre nos vuelve a demostrar por qué es el número uno del cine español, con una interpretación que te llegará a las entrañas y con la que empatizarás desde el primer momento que aparezca en pantalla. Sin embargo, aquí la que corta el bacalao es Cuesta, que se sale de su línea más cómica y humorística para regalarnos un personaje completamente diferente, lleno de matices y conflictos. Un personaje que emocionará al gran público y que cuenta con la mejor interpretación de la película. Cuando, que Belén Cuesta ha llegado al drama para quedarse.
En conclusión, La trinchera infinita es, con el permiso de Dolor y gloria, la película española del año. El trío de directores encargados de esta cinta nos vuelve a demostrar su talento y su manera de retratar a estos personajes tan carismáticos con una película emocionante, emotiva, que tocará el corazón del público en todo momento y con la que el espectador quedará inmerso en la trama. Una de las grandes joyas del 2019, con un dúo de actores que nos vuelven a demostrar que están espectaculares en todos los géneros. Por favor, vayan a verla: se lo merece.