3 Butacas de 5
Corría el año 2014 cuando Antoine Fuqua y Richard Wenk dieron vida en la gran pantalla a un personaje con una mirada enigmática. Denzel Washington se enfundó las botas de un hombre con una aparente vida tranquila y al que no le gustan ni un pelo las injusticias. Casi diez años después regresan para poner punto final a una trilogía que, si algo deja claro, es que moral y violencia van de la mano.
The Equalizer 3 prosigue con la vida del exagente Robert McCall, con dos “c” y dos “l”, ahora con unos cuantos años más a su espalda y con la idea de retirarse en mente. ¿Retirarse exactamente de qué? Pues de una vida donde no ha podido hacer la vista gorda ante cada injusticia que se le cruzaba por delante. Una cruzada contra la mafia, la corrupción y la mala fe humana que le ha llevado a enfrentarse él solo (al más puro estilo John Wick) a enemigos de todos los calibres, desde pandilleros hasta sus excompañeros de trabajo.
Esta tercera entrega brinda una violencia desmedida a la par que una tranquilidad propia de un pueblo costero italiano. Antoine Fuqua se mantiene fiel a lo propuesto en las predecesoras y confecciona una película demasiado conservadora pero efectiva. The Equalizer 3 es un perfecto entretenimiento para los amantes del personaje y la acción. Las dosis de violencia están bastante dosificadas y conseguirán estremecer a más de uno dentro de las salas de cine. Quizá uno de sus principales problemas es el ritmo, Fuqua necesita despertar al espectador con “sustos” y efectos demasiado exagerados que evitan el mal del parpadeo prolongado.
La película es entretenida y está a la altura de las anteriores. Recoge el testigo de una segunda entrega floja y consigue finalizar un inexistente arco de personaje. A pesar de todo resulta muy sencillo disfrutar de un Denzel Washington siempre correcto y unas escenas de acción duras.