En 2012 se estrenaba la serie japonesa Psycho-Pass, obra dirigida por Naoyoshi Shiotani y animada por el prestigioso estudio Production I.G (Ghost in the shell, Ataque a los titanes) que nos presentaba un futuro distópico en el que la sociedad está controlada por un sistema llamado “Sibyl System”. Este sistema tiene la capacidad de medir el estado mental y emocional de las personas, conocido como “Psycho-Pass”, para determinar si son propensos a cometer crímenes. Basándose en esta evaluación, la policía toma medidas preventivas contra aquellos con un “Psycho-Pass” considerado peligroso antes de que cometan delitos. Para los amantes de la ciencia ficción, esta premisa no le resultará ajena, pues el tema de la predisposición por parte de una entidad gubernamental ante las diferentes alternativas que tiene el ser humano para elegir cómo comportarse ya pudimos verla en Minority report, la película de ciencia ficción dirigida por Steven Spielberg basada en la novela de Philip K. Dick, donde existía un Departamento de Precrimen que utilizaba la tecnología de los “precogs” (personas con habilidades psíquicas capaces de ver el futuro) para predecir homicidios antes de que sucedan y así evitarlos. Precisamente K. Dick es uno de los muchos referentes que se citan directamente en el anime Psycho-Pass (uno de los personajes recomienda explícitamente Blade Runner -tanto la película de Ridley Scott como la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? -); pero no es el único autor de ciencia ficción que se menta (“La sociedad no es controlada como la describe George Orwell y tampoco es tan salvaje como la representa Gibson”). Asimismo, tenemos decenas de referencias sobre filósofos y pensadores de toda índole, pues lo que caracteriza a toda la saga Psycho-Pass (tanto en cine como en televisión), además de la ciencia ficción y la acción, es su carácter filosófico. Así pues, tenemos menciones por parte de los diversos personajes a Søren Kierkegaard (“Ya que el hombre es superior que los animales, en otras palabras, porque el hombre es él mismo y espíritu, el hombre puede entrar en la desesperación”), René Descartes (“Descartes dijo que aquellos que no son capaces de tomar una decisión no pueden tomarla, ya sea porque sus deseos son muy grandes o porque carecen de intelecto”), Max Weber (“Los burócratas idealistas son aquellos que intentan llevar a cabo su deber sin enojo y cariño, sin odio y entusiasmo, sin amor o predilección personal”, “La administración burocrática domina a las personas por medio del conocimiento; conocimiento técnico y conocimiento práctico. Mantener ese conocimiento aumenta su superioridad”) o Jesucristo (“El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buenas semillas en su campo. Pero mientras todos dormían, vino su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo y se fue”), pasando por Ortega, Pascal, Rousseau, Foucault, Brentham o Platón (“Platón decía que nuestra alma estaba aprisionada por nuestros cuerpos”).
Y es que son muchas las cuestiones metafísicas que se abordan en este anime: el individualismo que caracteriza la sociedad actual (“Los humanos ahora se preocupan tanto por sí mismos que han experimentado un retroceso como seres vivientes”), la esperanza en el futuro y en el ser humano (“A menos que conozcas la desesperación, no puedes conocer la esperanza”), la libertad del individuo (“El valor existe sólo en actos basados en el libre albedrío de uno mismo”), el cada vez más inminente control del mundo por parte de las máquinas (“El placer del intelecto es infinito, no como el carnal, que tiene límites”. “La idea de ser reducido a un engranaje en una maquinaria no me es muy placentera”), la incapacidad de la sociedad de distinguir entre realidad y simulación (“incapaces de ver una simulación, son cadáveres vivientes”), la concepción de la vida como un juego (“¿Tienes miedo de morir aun después de conseguir la omnipotencia de un dios?”), el pensamiento colectivo sobre el individual (“Pensamiento colectivo. No es una decisión tomada por individuos. Pero es una forma de pensar superficialmente donde las decisiones las toman sólo los grupos. Aquellos que han experimentado lavado de cerebro sufrieron un estado de tensión causado por sus cerebros para dejar de pensar”. “No hay lugar para comunidades en este mundo donde todos son vigilados por el sistema y viven bajo las reglas del mismo. Todos pertenecen en su pequeña celda y el sistema los domestica otorgándoles una personalidad”), la voluntad del individuo frente a un sistema perfecto donde no hay libre elección y donde prevalece esa supuesta perfección sobre la ética de los mandatarios (“Lo importante es crear un sistema perfecto; quién lo maneja y cómo es manejado es irrelevante”. “En un sistema verdaderamente perfecto no se cuestiona la voluntad del operador. Nuestra propia voluntad es el sistema y el estándar universal de valores que trasciende la ética”. “Hemos alcanzado una sociedad lógica en la que son resueltas varias contradicciones y desigualdades. ¿Esa no es la felicidad definitiva que busca la racional mente humana? Sibyl ha personificado ese ideal al convertirse en un sistema absolutamente perfecto“), el determinismo vs el libre albedrío (“No es la sociedad quien determina el futuro de las personas, sino que son las personas quienes escriben el futuro de la sociedad”. “Nadie se mueve por la fuerza; el que nos mueve es nuestro corazón”) u otros temas tan de hodierna actualidad como el de las fake news, los alimentos genéticamente mejorados/manipulados, la omnipresencia de los bots y los drones en el ámbito tecnológico-informático o el dilema al que la humanidad va a tener que enfrentarse en los próximos años: elegir entre vivir siete, ocho o nueve décadas como una persona o vivir eternamente como un cyborg.
Como ven, son muchas las cuestiones que Psycho-Pass planteaba en 2012 como algo utópico o lejano y diez años después están a la orden del día, lo que nos vuelve a demostrar que el anime, sobre todo el perteneciente al género de la ciencia ficción, siempre o casi siempre ha analizado y diseccionado con tino el comportamiento, presente y futuro, del ser humano, dejando más que patente que la animación puede ser un buen vehículo para hacer reflexionar al público, ya sea infantil, juvenil o adulto. En este sentido, la película que ahora llega a nuestras pantallas, Psycho-Pass: Providence (el sexto largometraje de la saga- el quinto en orden cronológico-), no es una excepción. Aunque bien es cierto que, como en los anteriores filmes, la acción predomina sobre el factor filosófico que hemos mencionado anteriormente, también tiene espacio para la reflexión, mostrándonos una sociedad donde el estado de derecho fue sustituido hace tiempo por Sybil, sistema usualmente comparado con Dios y que aquí vuelve a mostrar sus carencias y limitaciones (“no es un dios todopoderoso, la voluntad de la gente cuenta“). Además, los dilemas morales a los que se enfrentan sus personajes, las cuestiones sobre la ética, la vigilancia y las posibles consecuencias de depender únicamente del Psycho-Pass de una persona para determinar su criminalidad siguen presentes.
Pero, como ya hemos dicho, en Providence,que sirve como secuela de Psycho-Pass SS: Case.3 On the Other Side of Love and Hate y como prólogo a la tercera temporada de la serie,la acción es, por encima incluso de la naturaleza detectivesca de la serie de animación, la que cobra un papel relevante. Así las cosas, quien espere algo similar a la primera temporada del serial en términos argumentales y tonales tal vez se sienta un tanto decepcionado; en cambio, quien quiera disfrutar (en pantalla grande, a ser posible) de una cinta que siga la línea de sus predecesoras fílmicas y que dé respuestas a ciertos interrogantes planteados en la última temporada saldrá de la sala más que satisfecho, pues la cinta que nos atañe contiene unas vibrantes escenas de acción, una trama un tanto irregular pero que mantendrá atento e intrigado a quien consiga zambullirse de lleno en el planteamiento y una animación marca de la casa que se supera en cada entrega. Tal vez no estemos ante una película perfecta, pues no tiene momentos tan memorables como los de las primeras temporadas del anime, pero sí un ejercicio notable de cómo aunar ciencia ficción, filosofía y acción.