3’5 Butacas de 5
La nueva sensación del terror independiente llega de la mano (nunca mejor dicho) de Danny y Michael Philippou, dos youtubers australianos que acaban de dar su salto al cine. Tras un celebrado estreno en Sundance, y con el aval del sello A24 encargándose de la distribución, Háblame se ha convertido ya en un fenómeno global al que le llueven las críticas positivas. Hay quien habla incluso de que nos encontramos ante la mejor película de terror del año.
Curiosamente, Háblame lleva la viralidad mediática en su ADN. El argumento de la película gira en torno a una misteriosa mano embalsamada que permite a su poseedor contactar con los muertos y cederles su cuerpo de manera temporal. Cuando esta reliquia cae en poder de un grupo de jóvenes australianos, estos la utilizan para organizar fiestas en las que todos van probando la experiencia por turnos y grabando vídeos de las imprevisibles reacciones de los espíritus convocados. Es así como Mia, una adolescente que lucha por superar la trágica muerte de su madre, descubre la existencia de la mano… y como todos descubrirán sus riesgos.
Teniendo en cuenta quiénes son los creadores de la película, que en toda Australia ni un solo medio de comunicación o adulto competente se entere de que sus chavales llevan años jugando con el más allá y subiendo los videos a YouTube es una licencia argumental sorprendente, pero vamos a pasar esto por alto. En cierto modo, esa negligencia juega a favor de dos de las muchas dobles lecturas con las que juega la cinta, como son la del consumo de drogas entre adolescentes y la de la brecha generacional entre padres e hijos. A estos temas se les une el del duelo, auténtico motor temático de una historia en la que los momentos dramáticos se entrelazan con los de terror con bastante habilidad… al menos al principio.
Y es que si por algo destaca Háblame es por su premisa. Todo lo que rodea a la mano embalsamada, desde su mitología hasta su diseño, es lo bastante atractivo como para atrapar al espectador cada vez que alguno de los personajes se somete a la prueba. A partir de ahí, sin embargo, la progresión dramática opera en contra del impacto inicial: la historia de Mia, predecible hasta el hartazgo, monopoliza lo que podría haber funcionado como una historia coral para convertirse en un aburrido descenso a los infiernos en solitario que, si termina dejando buen sabor de boca, es más por la forma que por el fondo.
Con esto no quiero decir que Háblame sea una mala película, ni mucho menos. Para empezar porque la forma también cuenta, e incluso yo, que no he terminado de conectar con la propuesta al 100%, me he pasado días volviendo una y otra vez a sus imágenes. Conseguir ese poder de atracción ya es bastante raro de por sí, y no es su única virtud: Háblame es ambiciosa, interesante, efectiva en sus momentos clave y tiene unas actuaciones sobresalientes. Pero sí considero necesario rebajar la euforia con un producto que está lejos de fenómenos como It Follows (2014), con la que muchos la han comparado ya. Aún faltan muchos meses de cine para proclamar alegremente que este o cualquier otro título pueda ser el mejor de 2023. Mientras, los fans del género podemos contentarnos con explorar el terror en unas latitudes poco comunes y admirar unos resultados muy por encima de su presupuesto y de la experiencia de sus artífices. Ya hay una secuela anunciada. Que nadie se extrañe si esta mano embalsamada se conserva muchos años más.