5 Butacas de 5
Pareciera que todas las historias de terror ya han sido contadas. Es difícil llegar a construir un universo complejo e innovador que atraiga al espectador sin usar clichés. Parece casi imposible sostener la tensión de una saga en el mismo universo, pero sin duda, el reto más grande siempre será cerrar una historia acomodando los fragmentos de las películas anteriores de manera verosímil y gratificante. Son pocos los proyectos que se mantienen de manera digna hasta el final y dentro de estos, el día de hoy les presento “Insidious: la puerta roja”.
La historia está ambientada nueve años más tarde de la segunda entrega de la saga, cuando el pequeño Dalton está a punto de dar el gran paso de entrar a la universidad, sin embargo, en nueve años que hemos perdido de vista a la familia Lambert, bastantes cosas han cambiado, por ejemplo, Renai y Josh, ahora solo son exesposos. La historia arranca con el velorio de Lorraine, la madre de Josh, en él, se nos deja claro las relaciones entre Josh y su familia, específicamente, la poca conexión y falta de confianza entre Dalton y su padre. Y es gracias al momento escolar en el que se encuentra Dalton que conocemos su pasión: “la pintura”, a través de esta, los secretos más oscuros y las heridas más profundas de esta familia serán destapadas.
La especial atención al detalle que caracteriza a la saga se explota desde los primeros minutos, manteniéndote aferrado a la butaca del cine. Las situaciones de estrés al estar a punto de ser alcanzado por los seres del más allá duran lo que parece una eternidad, jugando con los sentidos del espectador, provocando sensaciones que estremecen a cualquiera, pero también retando la memoria de los fans de la saga, pues el antagonista ya estuvo presente en uno de los capítulos pasados.
Lo que vuelve exquisita a esta entrega es la capacidad de envolverte en cada una de las tramas que atormentan a los personajes, la de los seres del plano astral, los monstruos por los que la franquicia sigue siendo un éxito, pero también la trama terrenal, que, en este caso, tiene que ver con el perdón y la redención de los padres, una trama que pone tantas preguntas sobre la mesa y cuidadosamente las responde a lo largo de esos 107 minutos sin la necesidad de crear un producto moralista.
Un guion maravilloso, escrito por Scott Teems (Firestarter 2022, El Perseguido 2020, Por amor a la tierra 2008) y dirigido por Patrick Wilson en su debut como director de cine, un trabajo que en lo personal me erizó la piel. Quiero destacar entre las actuaciones a Patrick Wilson porque a pesar de estar a cargo de la dirección, Josh fue uno de los personajes más complejos y evolucionados. Hay una mirada en específico que Patrick nos regala casi al final de la cinta, una mirada tan sincera, suplicante y emotiva que sin necesidad de palabras nos dice todo, una mirada que, si mal no recuerdo, la última vez que la vi, fue en su personaje Raúl de The Phantom of the Opera. Sin duda, uno de sus mejores trabajos.