3 Butacas de 5
Los miedos, las fobias y la ansiedad; todo ha sido explorado en el cine hasta el hartazgo. Es un territorio repleto de lugares comunes, pero curiosamente, sigue siendo muy exitoso en taquilla año tras año. Tiene una relación muy particular con el espectador: si el tema le afecta, el terror está asegurado. Te hace sentir la adrenalina en la butaca, experimentar malestar y terminar la proyección con el corazón en un puño. Con esta película en particular, siento que retrata mis dos mayores miedos, los temas que me hacen encogerme en la cama con una linterna en la mano: ¡los niños y las reformas!
Me explico.
Julie Rivers es una mujer embarazada que, junto con su marido, ha decidido comprar una casa y remodelarla. Después de descubrir una misteriosa pulsera y sufrir un accidente doméstico, Julie despierta en un hospital donde su médico de cabecera le recomienda que para los meses que le queda de embarazo tiene que estar de ¡Reposo Absoluto!
La pobre chica se verá confinada en su habitación, sin poder moverse excepto para ir al baño, convirtiendo la estancia en un lugar lleno de entretenimiento y comida que sería la envidia de cualquiera que no esté de Rodriguez. Sin embargo, como mujer madura que es, esta situación le genera ansiedad. Su marido, obviamente, pasa la mayor parte de la película trabajando, dejando al personaje de Melissa Barrera sola y desprotegida en una casa a medio construir, donde las paredes pueden caerse, los plásticos están por todas partes y cada rincón es propenso a generar sombras inquietantes. Es entonces cuando Lori Evans Taylor cambia el rumbo de la historia, evitando que parezca un producto del canal Divinity, y la transforma en una historia de fantasmas. Poco a poco, los personajes se desarrollan y se descubre que no es la primera vez que el matrimonio intenta formar una familia, siendo Julie una persona con problemas psicológicos habiendo tenido lo que llaman una psicosis postparto. El historial de su nuevo hogar también juega un papel crucial que se resolverá de una manera no muy original al final.
El mayor acierto del film es su minimalismo narrativo, ya que logra transmitir horror e impotencia de manera efectiva, al igual que la persona que es atacada y apenas puede moverse por la habitación de su casa.
Aprovechando el éxito reciente de las dos últimas entregas de Scream, llega Reposo Absoluto, que utiliza a una de sus protagonistas para dar visibilidad a la película. Me resulta curioso que este cine adolescente haya decidido contar una historia más madura, centrándose en una mujer y su duelo por haber perdido a un hijo. Es un relato sobre la maternidad y la complejidad de formar una familia en el que los protagonistas no se van de fiesta, sino que tienen que trabajar y reformar su hogar (solo les falta ir a Ikea).
En cuanto al aspecto visual, el género del terror siempre permite un despliegue estilizado, pero en esta cinta no logra brillar por completo. Tiene momentos reconocibles pero funcionales, y sus puntos álgidos se encuentran en sus escenas de estilo found footage, utilizando dispositivos de video que nos llevan a los lugares a los que nuestra protagonista no puede llegar debido a su estado. Estos son conceptos que ya han sido explorados al máximo nivel gracias a la saga Paranormal Activity y que aquí funcionan bien como recursos puntuales.
Intenta ser una película de terror de nicho, y funciona en ciertas partes, con una actriz protagonista que realiza un buen trabajo en un entorno muy interesante para asustar al espectador. El punto de partida de una persona impedida luchando contra una amenaza intangible es interesante, entretenido y te hará saltar de tu butaca si no estás bostezando. Si te gustan este tipo de películas, pasarás un buen rato, pero si no es tu estilo, es mejor que busques tu propio Reposo Absoluto.