3 Butacas de 5
Las historias que se desarrollan en estaciones concretas tienen su encanto, ¿a quién no le apetece ver películas como Tiburón o Piratas del Caribe después de volver de la playa, o disfrutar de Jungla de Cristal mientras das un mordisco a un buen turrón en Navidad, o ver Love Actually para San Valentín? Es un contexto propicio para crear ficción y genera en el espectador un estado de empatía total. Por eso, solo las puedes ver en el momento correspondiente en el calendario, de lo contrario, te queda una sensación extraña en el cuerpo, como si no fuera el momento adecuado.
Además, a nivel de negocio, es una idea que ha funcionado desde la creación de Hollywood en el siglo pasado: crear una fórmula, una clave del éxito que se ha mantenido a lo largo de las décadas. Y Santiago Segura no es ajeno a esto.
Dónde está el público, ahí está el cineasta.
Así que, por consiguiente, ahí tenemos el germen de Vacaciones de verano. Una comedia estival donde el propio Segura y Leo Harlem interpretan a dos amigos que no podrían ser más diferentes, pero que por circunstancias de la vida se ven obligados a trabajar como animadores infantiles en un resort canario. ¿Qué podría salir mal? Pues prácticamente todo…
Es una historia entretenida con personajes entrañables que harán reír a cada espectador, sin importar su edad. Tiene montajes paralelos interesantes donde las escenas dialogan entre sí, creando momentos delirantes. La puesta en escena es sencilla e invisible, alejada de la grandilocuencia de las últimas secuelas de Torrente, donde había increíbles sets pieces y muchos efectos generados por ordenador.
La química entre Santiago Segura y su elenco es fenomenal. Está claro que los actores en sus películas se acercan más al concepto de amigo que al de intérprete que trabaja por encargo. Hay muchos cameos y artistas invitados, pero la interpretación más interesante es la de Cristina Gallego, que no es el típico interés amoroso y sabe trabajar lo que cada escena necesita.
Por otra parte, el cineasta le está cogiendo el punto a trabajar con jóvenes intérpretes. El trabajo de casting ha sido excelente, encontrando verdaderas joyas en el grupo de niños que aparecen en la película, dándoles personalidad y generando momentos divertidos para toda la familia gracias a su carisma.
En conclusión, el esquema se repite, pero sigue siendo igual de efectivo que en ocasiones anteriores. Es un cine familiar para disfrutar de un buen rato en el cobijo de una sala con aire acondicionado y palomitas de maíz. Segura continúa su camino, haciendo industria y fomentando el concepto de la sala de cine. No será quien reinvente la rueda, pero gracias a productos como este, la rueda sigue girando.